En un minuto. 
Para hacerse una idea de lo vasto y hermoso que era ese lugar , habría que buscar  los ojos del alma y trasladarse desde allí  a  aquellos  sitios , donde inevitablemente  nos debemos quedar  quietos y en silencio  y cosa necesaria,    sin abrir  reflexiones de esas que  explotan   en avalanchas  verbales , para no  darnos cuenta que   guardar el poema  del tiempo en los refugios de nuestro verbo  es tarea imposible. 
Entonces  quietos es mejor estar para que allí natura despliegue su danza de armonías  en nuestro corazón  recién naciendo. 
 Andando, así,   por sus valles y cordilleras  se pueden recorrer  sus ríos, sus montañas respirarlas y  en la falda de un cerro   a las  violetas tendidas en ese azul profundo  hurtarle  sus aromas , como   hacen los machos salvajes  cuando le arrebatan   a la noche ,con su  estruendoso celo , la quietud  de  sus perfumes latentes . 
 Ahora se piensa que allí, entre el sol y la lluvia ,le fueron creciendo sus años . 
 Y no pudo haber entrega más decisiva que sus  pequeñitos pies descalzos  avasallando, entonces, a las espinas, cuando su cuerpo era aún infante   y su mirada el infinito. 
No pudo haber escultor más sabio, que la paciencia de la raíz tejiéndole   solidez , en mil caminos de sueños, a  su memoria incultivada.  
No habrá retorno más luminoso, que el pincel onírico tallando  sus  recuerdos  en la pureza de su alma     
Allí andaba él mojándose de rocío, cabalgando distancias, rehaciendo alegrías; ignorando las horas en el transcurrir del tiempo y  a cada paso madurando su destino. 
El bosque de quilas  lo estaba esperando .Así llamaba a este bosque , pero  en realidad el bosque era de robles conformado por un sotobosque de quilas  las que eran largas, tupidas y abundantes . 
Eran elegante las quilas de fino porte anillado su fuste  cada veinte centímetros , verde claro su color y de fibras largas su ropaje interno a tal punto flexible ,que uno podía agarrarlas de su cintura y llevarlas a nuestro cuerpo para luego dar un salto y  agarrarlas desde más arriba y luego cinchar .Ella sede a nuestro empeño y deja caer su plumaje de hojas lanceoladas formando un arco entre su base y su ápice  hasta tocar el suelo. Así, rendida, el juego se termina y el niño la  suelta  produciéndose en el recorrido a su posición natural,  un silbido de hojas rompiendo  aromas y desgranando alegrías . 
¡ Que inocencias cultivando al ser de esos pequeños¡   
Mirado desde la copa de los robles  el sotobosque de quilas  abría al cielo  circulares  túneles, que  al parecer fueron hechos por los animales cuando en invierno buscan refugio . 
En estos  túneles  o espacios entre las quilas, ocurrió en una oportunidad  -ya muy lejana -  que un hombre viejo en ese entonces  y muerto ahora muy seguramente  se encontraba descansando justo en uno de estos  corrales - solaz de las vacas , presumo - cuando fue sorprendido por estos  muchachos  que en sus cotidianas aventuras de hermanos varios y perros otros , venían luchando con la impenetrable resistencia de las quilas , cuando de pronto y sin aviso  las quilas cedieron en su resistencia y le dieron bruscamente el paso- a esta tropilla de aventureros infantes - para quedar todos ellos en el medio de uno de  estos  corrales  ya comentado . 
Pero la sorpresa fue grande, pues  este espacio no estaba vacío como era de suponer ni tampoco parecía solaz de las vacas, ya que el viejo - muerto ahora muy seguramente ,porque esto ocurrió hace más de 48 años y aquel hombre en ese entonces entre su gordura  enfermiza y sus años de escasez debía haber tenido unos cincuenta añitos-  Estaba sentado cómodamente como en su propio hogar descansando sus penas viejas mientras armaba sus fechorías nuevas . 
Tenía un enorme cuchillo en su mano izquierda y hacía un ademán muy parecido a una amenaza .Todos estábamos  sorprendidos  .Hasta la oveja que tenía atada con una cuerda a una quila nos miró algo inquieta dentro de su perpetua quietud. 
Entonces ocurrió que seguimos caminando como si nada estaba sucediendo .Él mirándonos y blandiendo su cuchillo  y nosotros y los perros caminando y saludándolo a medida que pasábamos frente a su gordura y  a su miseria de hombre solo o tal vez, de hombre abandonado a la suerte de encontrar en esos refugios naturales un lugar  apropiado para refugiar su miserable vida sustentada en el robo. 
Tal vez las circunstancias lo llevaron a esos extremos , donde el límite entre lo permitido y lo prohibido  se  va de a poco diluyendo a fuerza de hambre y miseria . 
 Digo robo, porque  cuando estos pequeños y sus perros llegaron a la casa  y contaron esta vivencia al  abuelo, éste  les comentó que esa oveja la había echado de menos el día anterior. 
 Lo que dijo  el abuelo fue más o menos así: “Seguro que ese bellaco me la robó y estaba a punto de cuerearla cuando ustedes lo vieron..” 
 Sí, dijo uno de los peques , y tenía el cuchillo en la mano!   
 
 
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