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Había gastado todo cuanto tenía... Miraba las cosas que compré, que nacieron de una idea de volver a todos cuanto me rodeaban, felices... pero, allí estaban, mirando todo, con los rostros sudorosos, laboraban sin mirar más que la hora de salida… Quería verles contentos, pero, aprendí, era imposible… Seguí rumbo a mis ocupaciones y frente a una ventana juré no volverlo hacer, es decir, mejor me encierro en mis letras y me dedico a escribir cosas que no tengan más sentido que el de mi corazón…
Ya estaba saliendo cuando vi lejos de mi lugar de trabajo una pelea. Toda una ruma de gente gritaba, hablaba, jalaba, es decir, un pulpo humano lleno de inconsciencia… No hice caso y seguí caminando rumbo a mi hogar… Nadie me esperaba, ni mi perro… Mi madre no estaba más, mis hermanas lejos, así como las estrellas… Caminé hasta llegar a mi casa y ya en la puerta, entré. Encendí las luces y la soledad me mojó totalmente. Busqué refugio, un lugar seco, pero no lo encontré… Las paredes de mi casa estaban llenas de cuadros antiguos, recuerdo de toda mi familia. Me puse a mirar cada uno de ellos y luego de un rato, cogí que me llamó fuertemente la atención. No sé por qué, me puse hablar con el cuadro. Luego de varios minutos, me sentí mejor… Recordé las palabras de mi madre. Habla con las paredes. Dejé el cuadro en su lugar y me fui a mi cuarto a escribir un poco. Me senté frente a la computadora y escribí cosas sin mas sentido que el de las cosas que sucedían por el cielo y la tierra… Estaba loco, ya lo sabía. Perdido entre millares de pensamientos. Una lluvia diaria de fuerzas jaloneaba mi existencia hacia deberes empotrados en mi alma… Estaba loco, lo necesario como para seguir laborando todos los días…
Era tiempos fríos. El cielo gris me decía cosas misteriosas y vacías… Eran tiempos en que florecían las buenas ilusiones. Busqué un lugar para encerrarme, como quien va a dar a luz, y esperé a que nacieran las buenas ilusiones. Esperé por no sé cuánto tiempo y con los ojos cerrados creí sentir dentro de mí, un sonido como le aullido de cientos de perros, muy a lo lejos… Seguí así, encerrado en un baño de un edificio bastante sucio y olvidado. Cuando abrí los ojos, no creí lo que veía. Estaba dentro de un closet lleno de ropa. Barí la puerta y estaba en una casa muy elegante. Salí del cuarto y me di cuenta que estaba vestido muy bien. Era joven y fuerte. El rostro era el de otro. Pero, me gustaba ser otro, al menos mientras durara la ilusión… Me paseé por toda la casa, que era una mansión llena de cuartos y cuartos, con gente muy fina y mayor por todos lados. Niños y niñas jugaban por las afuera de la casa, por unos jardines de flores infinitas… Pensé en el cielo, y sentí un escalofrío en mi espinazo. Hola escuché. Volteé y vi mi imagen saliendo de un cuadro… Me miró a los ojos y me dijo que sea feliz hasta que pueda… Es una ilusión, dijo. Miré la salida de la casa y vi a un hombre muy elegante y muy alto, parado en la entrada. Tenía un perro muy grande a su lado. Pasé por su lado y el perro quiso jugar conmigo. Suéltalo, le dije. El hombre elegante obedeció. El perro corrió y corrió, dándose vueltas a mi alrededor… Fui muy feliz, aun mas cuando llegaron niños y jovencitas de todas las edades, con una torta en las manos, cantándome el feliz cumpleaños. Cuando terminaron de cantar, cerré los ojos y apagué todas las velas que eran demasiadas… Cuando abrí los ojos, estaba en mi vieja casa, con una pequeña torta, con una sola vela, en total oscuridad… Ilusión, me dije… caminé por lo corredores de mi vieja casa y llegué frente al cuadro que estuve hablando hacía un rato. Le miré y este me miró a mí… ¿Te gustó?, preguntó. No, respondí… De pronto, todos los cuadros y espacios vacíos de toda la casa, empezaron a reír y reír sin parar… Tuve que salir corriendo, rumbo a cualquier lado. Estaba loco, muy loco, y de ello, jamás podría escapar… Quizá cerrando los ojos en busca de algo más que una ilusión, algo más que sentirme feliz, algo así como la paz… Sonreí y parece que todo el cielo calló… Miré las estrellas y ellas me miraron a mí, como diciendo… Sonríe… Eso hice el resto de mi vida, aunque… todos me llamasen loco, el resto de mi vida…

Texto agregado el 28-07-2010, y leído por 260 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
28-07-2010 amigo el LOCO..si sonries y eres feliz así, entonces considerate un afortunado por ser loco, de lo contrario, cambia los cuadros. un abrazo y me ha gustado tu cuento***** amerisa
 
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