Se alza la mano iracunda 
sobre la mejilla tierna; 
todo brazos, todo piernas 
salta su cuerpo en la tunda, 
y la sábana se inunda 
con su azote y la contienda. 
Mucho macho y poco hembra 
unen la sangre fecunda. 
 
Crece el vientre entre gemidos, 
fogón, batea y coleto 
y festeja el nacimiento 
el cimarrón, con vahídos, 
trago, trasnocho y quejido 
y más golpes, descontento, 
pues lo mantiene despierto 
el pequeño malparido. 
 
Se alza la mano iracunda, 
vuela la bota siniestra, 
rueda en su lecho, a la diestra, 
y los sollozos circundan. 
Llega el alba. Fiero aúllan 
a lo lejos, tras la puerta. 
Mucho macho. La hembra, yerta, 
duerme la noche profunda. 
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