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VISITA FRATERNAL

La “muy reverenda Madre”, como la saludó el fornido muchacho campesino, lo miró por sobre sus lentes. ¿Quién será este?, se preguntó con desconfianza la religiosa. No faltaban las rondas de los muchachos del pueblo alrededor del internado para señoritas que ella dirigía por largos años, con firmeza y un poco de amor maternal. Claro que estos jóvenes ya no llegaban ni siquiera a la puerta del establecimiento. Sabían que ella era una barrera infranqueable.
Soy Francisco Javier Morales, reverenda Madre; hermano mayor de Fernanda Morales.
¿Cuál Morales?, preguntó ladinamente, ¿Cuál es el otro apellido? Porque hay tres niñas Morales.
Morales García, reverenda.
¡Ah, la pecosita!
Esa misma, Madre, ¿cómo está ella?, porque la última vez mamá la vio con cólicos.
Está bien. Pero, ¿por qué has venido hoy? No es día de visita.
Si sé, Madre. Es que mi mamá quedó preocupada por lo de los cólicos, y además, soñó que algo le pasaba a Fernanda. Fíjese que soñó que se moría, y me mandó venir a verla. Además traje dos cuadernos que pidió. ¿La puedo ver?
La religiosa sabía que venía de lejos y accedió: Bueno, es hora del descanso. Ya almorzaron. ¿Y tú almorzaste?
Si, Madre, traía colación para el camino. Estoy bien.

Salió la directora al patio y llamó al grupo: ¿Está allí la Fernanda? Del grupo salió la mentada. ¿Qué pasa, hermana? Tu hermano mayor..., este, ¿cómo se llama tu hermano mayor? Francisco Javier, hermana. El mismo, te viene a visitar. Pasa a la Recepción.
Cariñoso fue el encuentro. La muchacha casi se cayó al correr para abrazar a su hermano querido. ¡Pancho! ¡Fernanda!

Media hora más tarde pasó la hermana por el corredor.
Hermana, puedo salir con Pancho a que conozca el pueblo?
Pero niña, si tienes clases...
Es de costura, y usted sabe que llevo harto adelanto.
Es cierto, recordó la hermana. La chica le había mostrado el bordado, mucho más avanzado que el de sus compañeras.
Bueno, vayan - miró el reloj - van a ser las dos y treinta. Estén aquí a mas tardar en una hora.
¡Fabuloso, hermana! ¿Puede ser un rato más? Recuerde que la clase termina a las cuatro.
Bien, pero no te atrases.
Sí, hermana.
Pero no regresaron...

Graves problemas tuvo la religiosa al tener que responder ante el juez el porqué había autorizado a salir a Fernanda con su pololo (novio) Agustín esa tarde en que ambos se ahogaron en la vecina laguna.


Texto agregado el 26-07-2010, y leído por 213 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
29-11-2013 El cuento es del autor, y es el único que sabe porqué lo hizo así... Muy fluida la lectura. SAMBO
14-10-2013 Por qué tenías que matarlos? Rentass
16-08-2010 Me ha gustado el tono pero hay una cosilla en la trama que no me cuadra. (+ info libro de visitas :-) Egon
28-07-2010 Unav historia con final triste y sorpresivo. Yop imaginaba una tarde de amor y que volverían, pero así es la vida. Felicitaciones amigo. Un abrazo palujo
27-07-2010 Una historia bien contada. Parece bastanta normal,hasta llegar al final ,que no se espera.Un saludo***** julosan
26-07-2010 Impresionante. En la realidad no le hubiesen permitido la salida sin autorización firmada por los padres. Muy bueno. Filiberto
26-07-2010 QUE TRÁGICA E INTERESANTE HISTORIA..ME GUSTÓ MUCHO, NO ME ESPERABA UN FINAL TAN RUTILANTE Y REPENTINO...MUY BUENO AMIGO!!!! Serjio
 
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