llegué a la tienda y a nadie encontré. no es que hubiera llegado tarde, no, si no que había llegado un día en que nadie laboraba. todo estaba tan sucio que me puse a limpiar. así estuve hasta que me llegó la noche. cuando estaba aun por la mitad, alguien tocó la puerta. pregunté quién era. silencio, mas silencio, de esos que sabes que nada bueno te espera tras la puerta... esperé un poco más, pero ya había dejado de limpiar... me acerqué a la puerta de metal y pude sentir la presencia de alguien... bajé la cabeza hasta posarla a la altura del piso, para ver de quién eran los pies de la persona que tocaba la puerta... de pronto, una carta se introdujo, casi tocando mis ojos... luego, escuché pasos que se alejaban del lugar. me paré y miré la carta. la cogí y la abrí pues no tenía nombre... estaba llena de dibujos, y nombres por todos lados, y cada figura y nombre eran de color diferente... no tenía firma, así que la guardé en mi bolsillo, pero ya no me quedaron ganas de seguir limpiando el taller... abrí la puerta y salí a la calle. busqué mi auto y me fui de mi taller, rumbo no sabía hacía donde... es difícil saber lo que se quiere cuando hay tantas preguntas en la cabeza... seguí así hasta llegar a la casa de una amiga. bajé y toqué la puerta. nadie respondía... de pronto, recordé la carta... esperé a que alguien preguntara a través de la puerta. cuando escuché la voz de mi amiga, no respondí, más bien me oculté a un lado, como para hacerme el misterioso... esperé y ella no salió, pero pude ver la sombra de su cabeza, apoyándose al piso, tal como lo hiciera yo... yo sabía que no iba a encontrar a nadie y se iba a quedar así o llamar a alguien para que la auxilie... cuando el silencio estaba en su punto más alto, casi llegando a la angustia, metí la carta por la rendija de la puerta. me paré y partí... me sentí mejor, mucho mejor, hasta llegar a mi casa, darme un baño y encender la TV, para ver qué estaban dando... de pronto, sonó el teléfono. era mi amiga, estaba llorando, sola, y sin una palabra qué decir... le pregunté qué le ocurría, pero nada, tan solo lloraba... me reí de mi locura y salí a casa de mi amiga... toqué la puerta, le dije quien era y entré... me contó una historia muy rara... me dijo que había tenido por años una carta con dibujos extraños en el cuarto de su abuela cuando se dispuso echarla a la calle... eso iba hacer pero decidió metérsela en casa de un cualquiera... y no había pasado más de un día cuando la carta retronó a ella... la calmé y cuando estaba por irme, claro que no le dije nada, me dio la carta, diciéndome: guárdala... la puse en mi bolsillo y salí a la calle... no pensé mucho y busqué una casa cualquiera. y, la metí... llegué a mi casa y dormí como un bebé... a la mañana siguiente, sonó el teléfono... lo me levanté pero nadie respondió... cuando estaba por salir de mi casa, vi, con gran susto, una carta de sobre blanco sin nombre ni nada... la cogí y la guardé en una de mis cajas que guardaba en uno de los cientos de cuartos de la casa en que vivía... salí y fui hacia el taller...