Pensé mucho en escribir esta historia, elaboré con minuciosidad cada escenario, cada personaje, cada frase que serían dichos por ellos, si esos, los habitantes de mi cabeza. Me senté durante horas al día detrás del escritorio, dando vidas, nacimientos, amores, desengaños, calamidades y muertes a estos hombrecitos. Los amaba y los odiaba al mismo tiempo.
Pero, me sobrecogí de ternura por uno de ellos, una mujer simple (que no es lo mismo que una simple mujer) que en mi mente tomó las medidas intimas de aquello que han de llamar amor.
Amaba las flores y la naturaleza y deseaba el conocimiento mas que ninguna otra cosa. No pretendía las riquezas que habría podido darle, claro en mi imaginación, prefería sentarse a leer frente a la fogata preparada y a cantar versos mezclados con suspiros.
Pasé horas y horas dibujándola mentalmente, hubiese dado mi vida por ser tinta y papel y estar mas cerca de su ser en la escritura que le describía, pero era solo un sueño.
Pero este cuento debía ser terminado y entregado a su verdadero dueño y ese no era yo, podrán creer que estoy loco, pero dos días antes de la fecha limite, tomé mis maletas y me mande a mudar por los caminos del mundo, no importaba nada ya, tenia a mi amada en tinta y papel.
Pero la desgracia no me era ajena, y sumado a que no podía poseerla por que yo no soy producto de mi imaginación, ocurrió que en una de mis huidas el fuego consumió ese esplendoroso cuento.
Desde ahí he pasado las más amargas noches encerrado no solo en el calabozo físico, sino en el mental. Al haberla perdido, he perdido lo que soy.
Antes de que la locura me cobije, decidí escribir estas pequeñas líneas, por si algún día, alguien me tiene compasión, le rogaría no trate de despertarme de la ensoñación que voy a crear, donde al fin podré estar con la amada que dibuje mediante letras.
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