Inicio / Cuenteros Locales / kanenas / Participante al reto 8 tema cuento gótico de kanenas :CLARA BRUnA
Clara Bruna
Ciertas personas llevan nombres que no se avienen a su personalidad y aspecto. A Clara Bruna su nombre la retrataba. Era la hija menor de una pareja singular: sensible y creativa, la madre, taciturno y sombrío el padre.
Los escasos ingresos de su profesión de veterinario lo obligaron a ejercer otro trabajo en el sótano de la casa. Embalsamaba animales.
Sus principales clientes eran los Museos de Historia Natural y mientras convertía a los animales en estatuas paralizadas en un gesto eterno, vivía en morbosa excitación.El contacto con la sangre y la muerte lo embriagaban.
La familia vivía en un viejo castillo en las afueras de Londres. La torre era el reino de la madre. Allí pasaba las tardes escribiendo poesías,cuidando sus plantas... dibujaba o escuchaba música... y cuando la pequeña Clara Bruna subía para hacer sus tareas, madre e hija solían improvisar danzas vistiendo velos, plumas y encajes. Bailaban como vestales de un rito jubiloso.
La parte luminosa del espíritu de Clara Bruna disfrutaba esos momentos tanto cuanto con su lado sombrío se sentía subyugada por el taller del padre. La niña era alegre en la torre y tenebrosa a la vista de la sangre y la presencia de la muerte en el sótano. El padre viendo su entusiasmo le enseñó su trabajo.
Tenía quince años cuando la madre se arrojó desde un ventanal de la torre. Su espíritu sensible no pudo sobreponerse al conocimiento de lo que hacían su marido y su pequeña en el taller. La hija mayor culpó al padre de la tragedia y abandonó la casa.
Desde entonces Clara Bruna subió muy de tarde en tarde a la torre donde el polvo se apoderaba de los muebles, las arañas rellenaban los ángulos y las plantas morían de sed..
El veterinario murió poco después afectado por una extraña hemorragia y Clara bruna no titubeó en asumir todo el trabajo. Se sentía como encadenada por la vista de la sangre, el olor a formol y la presencia de la muerte.Ignoró los ruegos de la hermana que la exhortaban a irse con ella.
Cumplía puntualmente con los pedidos, pero el atrabajo la agobiaba al punto que debía recostarse en pleno día para descansar. Se adormecía inmediatamente. Solía soñar que un joven rubio, muy parecido al repartidor del pan que pasaba por la casa cada mañana, golpeaba cuatro veces a su puerta. Ella lo invitaba a visitar la torre. Allí se ataviaba con los tules de la madre y bailaban hasta que él caía muerto.
El sueño se repetía con distintas variantes, pero el personaje era siempre el mismo y era tan vívido que cuando el repartidor pasaba a dejar el pan ,ella se sentía incómoda.
Cierta vez soñó que el joven la miraba fijo con ojos relucientes, rígido e inmóvil.
Un morboso deseo afloró a su conciencia y la invadió una extraña excitación.
A la mañana siguiente el joven repartidor golpeó cuatro veces a su puerta y Clara Bruna lo invitó a entrar.
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Texto agregado el 24-07-2010, y leído por 93
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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24-07-2010 |
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Buen cuento. Hay como en todo buen relato una parte que se ve y otro que no, y es ahí, en lo queda en sombras, donde radica la intriga.
Felicitaciones. volpi |
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24-07-2010 |
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Pobre panadero, víctima del sueño de una mujer ! ***** pintorezco |
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24-07-2010 |
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Hermoso , fue mi favorito ,excelente =D mis cariños dulce-quimera |
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24-07-2010 |
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Me encantó cuando lo leí en el reto. Lo hubiese votado primero. Muy buena historia y desenlace. Capa! elnegrohinojo |
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