A veces siente el alma mía
Los duros embates del destino
A veces se endurece y no se anima
A sentir como siente lo que vive

Hay golpes que el cuerpo no asimila
Hay golpes que te doblan la cerviz
Hay golpes que te matan y no duelen
Y los hay que te duelen sin sentir

Hay almas que se doblan y se quiebran
Al más mínimo crujir de la enramada
Hay otras que firmes en la batalla
Brillan en el fuego como el oro acrisolado

Me he doblado como se dobla el junco enclenque
Me he erguido como se yergue el rudo roble
Me he consumido como se consume el pasto seco
Y he renacido como gota de rocío

El fuego de la vida acrisoló con sus destellos
Los recodos innombrables de mi ser
Parecía muerto más vivo y sobrevivo
Para darle la gloria al de eterno proceder

Aquel que era antes de mí
A aquel que será después de mí
Al Dios de la flor y de la roca
A Él yo le rindo lo que soy

Mañana cuando en polvo se confunda
La materia que dio cuerpo a mi existir
El aliento que avivaba mi candela
Se unirá a su regazo portentoso
Y en un grito de canción al universo
Mi alma gritará a voz en trueno
Gloria al Dios de mis ancestros
Gloria al Dios más poderoso
Gloria al Dios de las mañanas y los sueños
Gloria al Padre que no olvida mis despojos.