compré siete libros... cada uno de ellos jamás lo leería. soy ciego, pero tengo un hijo que lee los libros que compro... vivo solo, mi hijo es ya mayor, tiene su familia pero viene todos los días para leerme los libros que compro... tengo una empleada que me cuida, limpiando mi cuarto, preparándome la comida y lavando mi ropa. le pago cada fin de semana. parece ser buena, pero, en estos tiempos nadie sabe nada de nadie, pero, esto de ser ciego le agudiza otros sentidos, como la intuición, el temor, el miedo, la percepción de las buenas o malas vibraciones... hace poco vino mi hijo, pero, no leyó nada, más bien me dijo que no volvería nunca más... ¿por qué?, pregunté. me dijo que viajaría con toda su familia muy lejos... ¡buen viaje!, le grité. este se fue, dejándome solo, solo, con mi oscuridad... me puse a pensar en qué cosas llenaría mi vida, así que, pensé en buscar otro lector. salí a la calle con una aviso a publicar en el periódico. llegué al puesto de avisos en periódicos y pagué por el anuncio. al día siguiente de salir la publicación vinieron nueve personas. una mujer y seis hombres. me gustó más la voz de la mujer, así que la contraté. al principio ella venía, leía, le pagaba y se iba... así pasaron los meses hasta que una tarde, dejó de leerme y me preguntó si me gustaría tener sexo. sonreí y le dijo que no, que no por ahora... ella siguió leyendo pero yo quedé pensando en el sexo, por horas y horas... no pude más y tuve que despedirla... vino otro muchacho, y al cabo de meses me preguntó si podría permitirle vivir en mi casa... no, respondí. no volvió y tuve que buscar a otra persona. fue extraño, pues, las personas pasaron y pasaron por mi vida, para entender que todo era así, un constante cambio de imágenes y situaciones... dejé de contratar a personas y tuve la genial idea de escribir cualquier cosa, soñando que quizá me volviera rico y famoso... el título sería: el libro del ciego. así quedé, con esa idea fija... escribí por días, meses, años hasta que una tarde, terminé... llamé a una persona conocida y le pedí si podía leer la obra... se la llevó, y, hasta ahora estoy esperando su respuesta... parece ser que me han robado mi obra... los días pasan y pasan, y algo dentro de mí, llora pro volver a escribir... volví a la página en blanco, y así seguí hasta el último de todos mis momentos... me llevaron a un hospital y dentro de ese lugar, pude volver a ver.... sí, pude ver así como Balzac, a cada uno de mis personajes, míos y de los otros... me miraron, conversaron y luego, me llevaron hacia mi último momento, en donde hay un gran libro escrito por un ser lleno de luz, y que espera ser leído por mí... corro y corro, esperando a leer, una vez más...
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