Ni el lápiz, ni el sentimiento.
Hoy, escribo desde la terraza de mi corazón,
mientras fuera de él,
las lágrimas
son parte de la llovizna de un día de invierno,
ni el lápiz, ni el sentimiento,
se hacen dueña de las palabras,
ya que la ausencia de tú amor,
se refleja en aquel dibujo melancólico
en la esquina de la hoja.
Mientras aquella música de fondo
que deleita el alma de poeta,
lo hace caer en la nostalgia
en la oscuridad, de no tener nada.
Aquella hoja solo demuestra
una reflexión de la vida,
escrita en forma de carta,
incluyendo en ella una poesía,
el autor yace resignado
ante la angustia de no tener,
al amor de su vida, frente a él.
Ni las palabras, ni la tinta de ese lápiz
está marcada con la misma fuerza
como se presentan en las odas pasadas,
en donde en cada letra florecía
la palabra de la amada,
ahora no queda más, que ni el recuerdo
ni el pensamiento,
de aquella musa, que pareciese
que se la ha llevado el viento.
De un momento a otro,
todo se hace más lento,
los ojos sucumben
al paso del tiempo,
la noche se apodera de la mente
al igual que lo hacen los sueños,
que por esta vez se harán presente
en un solo firmamento,
ese que dice,
que todo esto se acaba con un te quiero,
o solamente mirarte fijamente
a pasos de darte un beso.
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