Sutil llegaste a mí con tus deseos,
fuimos dos rosas de fuego
que aprisionaban destellos.
Fuimos dos que amaron
sin medir el tiempo,
fuimos dos cuerpos fundidos
en un solo ardor.
No te olvidare, ni tu podrás
dejar esos recuerdos morir,
somos dos mechas encendidas,
aún podemos arder una eternidad.
Fuimos, somos, seremos llama,
brasas de volcán
cenizas verteremos al final,
cuando este amor se aquiete
deshabitado por la lluvia traviesa.
Amor, hoy estamos, mañana no se,
hoy vibramos,
no podemos dejar de vivirlo
así hasta el final, cuando se muera,
no habrá luz en el volcán apagado,
ni pasión consistente que viva.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI. |