Un poema es el rastro
que dejan las huellas de las vidas
que han tejido tu vida .
Espejo en el que se mira
el pasado que no recuerdas
pero también es tuyo.

Para que estas palabras
fuesen escritas
un hombre dejó atrás la cumbre
que lo vio nacer un día.
Tuvo que atravesar cuatro países
la juventud por brújula
y la guitarra por guía.

Amó y desamó
Y volvió a amar varias veces
antes de que mi mano fuese
antes de que pudiesen mis labios
repetir estos versos
mientras corren mis dedos por las teclas.

Dio frutos
antes de mí
en varios vientres.
Con cada fruto
un poco más profunda
la raíz en este suelo
un poco más lejano
el corazón de la otra tierra.

Para que leas estas líneas
tuvo una mujer
que abandonar la selva
que la cobijó de niña.
Llevarse consigo
su montaña y su río
para engendrarlos después
en su propia semilla.
Parirlos con dolor
para retenerlos
memoria viva
en vida nueva.

Debió terminar de crecer
sin rumor de agua salvaje
sin la explosión del ají en el paladar
sin manayaka, sin yarake.

Se decidió a cambiar
pequeña todavía
los libros que hacen volar
por los pesados cuadernos
con que otra gente hace sus cuentas.

Para que mi mente
me dictara estos versos
le creció un día un volcán al Erebato.
Nieve y lluvia, alturas y sabana.
Canciones hiladas en quechua
historias de Yekuanas.

Un poema es el rastro
que dejan las huellas de otras vidas
que tejes en los versos
que piensas que son tuyos

y resulta que no son
más que la forma
en la que el Universo
te recuerda tu herencia.