Tengo un nudo en la garganta, un nudo que pareciera no poder desarmarse nunca más. ¿Cuando fue que me la anudaron exactamente? No lo recuerdo muy bien, solo recuerdo que lo hicieron delicadamente, casi con amor. Que las manos que iban ajustando el nudo eran suaves, masculinas pero delicadas, familiares en su manera de gesticular. Tan familiares que podrían ser las mías. Pero eso ya no importa, de quien fueron esas manos ya no cambiaría nada en este momento, el nudo seguiría estando, y yo seguiría incapacitada de desarmarlo. Muchas veces no me presenta mayor inconveniente, más en las noches más oscuras, llego hasta vomitar una y otra vez con la ilusión de que desaparezca. Porque muchas veces también, el nudo me apreta y me asfixia hasta dejarme muda, retraimiento que cuando se prolonga logra enloquecerme; las imágenes que se proyectan en mi cabeza, las palabras que alguna vez dije dibujadas letra por letra en mi imaginación. Desesperación. Mi cuerpo comienza a sudar gota por gota el sonido de mi voz y mi cuerpo empapado expresa a gritos disensión. Es un estado antagónico, casi sublime por momentos, el gusto a furor que me deja en la boca esa desesperación. Los espasmos que genera en mi cuerpo, se entrelazan y confunden con una felicidad semi-amarga que se convierte en ama y señora de mi realidad. Realidad prisionera de una ilusión; mi destrucción comienza ahora, ahora cuando todo esto se convierte en placer, ahora cuando por fin
puedo entender que no necesito emitir sonido alguno para hacerme entender que el nudo en mi garganta puede ser llamado también lazo, o unión, y sentirlo así como otra cosa, como una conexión paradójicamente vital con aquellas manos familiares que sujetan con fuerza mi cuello, que dificultan mi respiración e impiden mi habla. Es aquí donde todo termina, en la punta de sus dedos que presionan con estupor al ver como mis ojos se nublan de inercia. Es aquí donde mi corazón deja de latir, donde mis pulmones cesan para siempre la respiración. Es ahora por fin la consumación de lo tanto esperado. El nudo se ha desatado.
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