En nuestro país, Venezuela, la probabilidad de un enfrentamiento mayor está a la vuelta de la esquina, un considerable sector del país quiere la guerra. Las evidencias son muchas, los argumentos pocos. En todo caso se está calentando la calle. Cada vez más a nivel exponencial se está formando un conflicto entre hermanos. Un gran odio se cierne contra una parte mayoritaria de la población; somos aproximadamente 29 millones de ciudadanos en constante ebullición en un país signado por la violencia. Tal vez el 40% de la población nacional participa directamente en el agrio debate, esta cifra cerca de 12 millones de ciudadanos expectantes complica eventualmente situaciones futuras.

Al Presidente Chávez, cuyo ámbito político elegido popularmente en al menos diez (10) elecciones en los últimos 12 años, lo odian tal vez más de 4 millones de venezolanos. Sin embargo siempre lo han defendido un amplio sector de la población, entre 6 y 7 millones de compatriotas soberanos. Al mismo tiempo gente indiferente observa los acontecimientos desde la barrera. No sabemos cómo va a terminar esto, y seguimos tratando en la medida de lo posible de construir una sociedad diferente, más justa, equitativa y con nuevas oportunidades para los excluídos de siempre.

Tenemos y hemos tenido errores en la conducción del proceso: somos humanos, sin embargo los cambios nos impulsa a seguir resistiendo y armando las piezas del rompecabezas político. Vamos hacia allá en un proceso extremadamente complejo a las puertas de la integración con países hermanos.
Hechos contingentes de alto peligro no fortuitos en el transporte colectivo, detenciones de particulares que han llegado para desestabilizar e iniciar procesos conspirativos, las acusaciones del gobierno de un país hermano acerca del encuentro con grupos considerados terroristas, el destape de hechos delictivos y fraudulentos en grupos oligárquicos y poderosos.

El envío de tropas estadounidenses a las bases militares de Costa Rica, casi 50 buques de guerra y 7.000 soldados, el pretexto ya conocido, es la lucha contra el narcotráfico. El montaje del guión desestabilizador pareciera conocido. Lo que en otras latitudes es considerado como ciencia antropológica, medicina forense investigativa, estudio del ADN de personajes de la Historia, o restauración y conservación científica de restos de líderes emancipadores, aquí en Venezuela un sector de la población lo considera profanación de tumbas con sentido sacrílego y pecaminoso, y lo que es peor se dan a la tarea de difundir con sorna e hilaridad extrema este digno acontecimiento de Preservar los Restos Inmortales del Libertador de Pueblos, Simón Bolívar.

El Aguila irreverente que viene del Norte aún utiliza el subterfugio de los dobles discursos, la astucia de estrategias internacionales ya practicadas en otras latitudes y toda su hegemonía mediática para extender sus dominios sobre toda la geografía planetaria. Los Estados Unidos de Norteamerica se erigen ahora y entonces como los todopoderosos del mundo actual, ningún país los puede cuestionar y mucho menos adversarlos. Personifican la envergadura del Amo vestido de plástico negro en la Guerra de las Galaxias, Darth Vader; George Lucas pudiera ahora con inusitada fuerza escribir su octava película, plasmando en la realidad actual la repitencia del eterno retorno de la historia y su famosa saga que se inició en los años 70, cuando los gringos apenas terminaban su asedio a Vietnam, Laos y Camboya.

Mientras tanto en perspectiva sangrienta se recuerda de los últimos tiempos, diez y seis (16) años, las atrocidades cometidas en los hechos macabros del Genocidio de Ruanda - Julio del 94-.
El triste acontecimiento promovido en parte por los medios de comunicación, la Radio Televisión de las Mil Colinas (RTLM), la Revista Kangura y por la música del cantante Simón Bikindi impactó con pasmosa crueldad en la tradición oral de los pueblos africanos. La muerte llegó de las voces silbando la muerte; se documentó que más o menos un millón de Tutsis y Hutus moderados fueron eliminados sistemáticamente a través de una carnicería programada por la mayoría de Hutus radicales: hermanos descendientes del Africa matando a sus similares de la misma sangre. La comunidad internacional hizo caso omiso a la crueldad desvastadora: Bélgica, Francia, Alemania, Estados Unidos de Norteamérica, y la misma Organización de Naciones Unidas no evaluaron humanamente las consecuencias de los acontecimientos. Retomemos en retrospectiva el poder de emponzoñar el odio, para comprenderlo, asimilarlo y evitarlo en nuestra generación presente, hay que estar atento al pulso de lo que está sucediendo actualmente ... Darth Vader viene por nosotros y no precisamente dentro de una pantalla de cine. Así como el grito emblemático desde el genocidio de Ruanda ... NUNCA MAS...

El odio visceral de ciudadanos del mundo contra similares, demuestra al final de los tiempos una insensible inmadurez por no aceptar al otro, poco desarrollo de la mente, del espíritu , necesario es contrarrestar esto con la Grandeza Redentora del Alma Humana, de allí la imperiosa necesidad de transformar la sociedad, hacia tiempos diferentes. Brota entonces para las pasiones encontradas ante una nueva cosmovisión del mundo generar nuevos espacios de convivencia en la realidad, el Socialismo Siglo XXI es una ideología del cambio, es el intento generacional de salvar la esencia del ser humano.

Hugo Chávez pudo haber sido otro ciudadano o ciudadana llegando hace más de diez (10) años al poder, los adversarios de la derecha nacional e internacional utilizarían la misma medicina: los hubiesen enfrentado con igual desmadre y acidez, un lider emergente distinto al Comandante hubiese sido igualmente atacado con fiereza desmedida, estuviese siendo continuamente confrontado desde las alturas del poder oligárquico y todopoderoso. El enemigo no es entonces el Presidente Chávez, argumentativamente son las mayorías excluídas de siempre las que molestan. Aunque de ellas será el reino de los cielos como decía el Camarada Jesucristo. Si Jesucristo volviera, se iría a las montañas con el fusil del Che, con la espada de Bolívar, con el verbo de Martí, con las tropas de Sandino.

La aptitud guerrera e inquisidora de nuestros detractores connota más allá de las pequeñeces de nuestra civilización un interés creciente por invisibilizar a los demás, por excluirlos, los otros no existen. Solo forman parte de las millones de sombras hambrientas que están allí en los infiernos de la exclusión. Así nos ven desde la oposición venezolana, esa es su óptica para con nosotros. Los poderosos, pensadores y detentadores de la realidad siempre han sido ellos. ... NUNCA MAS...