El peso exacto
A pesar de hace pocos días haber cumplido veinticuatro años, la vida se ha encargado de poner en el camino de Jessica Contreras múltiples y complejas pruebas que según sus propias palabras solo ha podido sortear gracias a una solida convicción que le entregó su padre antes de morir “Dios jamás pondrá sobre tus hombros una carga mayor a la que puedas llevar”.
A simple vista es una joven común, lo único que la diferencia del promedio es su altura 1.73 cm., una estatura que cualquier mujer desearía, de tez blanca y cabello negro. Es una chica normal. Lo que muy pocos sabes es lo que esconde la amable sonrisa que atiende cada tarde la librería de la esquina de avenida central.
Hija de Inés y Ramón. Es la menor de dos hermanas. En la actualidad vive con su madre y su sobrino Nicolás, hijo de su hermana, con la cual no mantiene contacto.
“Ella se fue de la casa cuando a mi papá le descubrieron el cáncer…en ese momento me sentí tan pequeña, necesitaba que estuviera a mi lado…pero fue cobarde y nos dejó solos”
Recién egresada del liceo tomó su primera gran decisión de adulta “Mi papá estaba enfermo y había que priorizar gastos… a veces me cuestiono y pienso que fui egoísta”. A esto se refiere cuando llegó el momento de matricularse en la Universidad y tuvo que escoger entre seguir educándose o comprar una nueva dosis de quimioterapia para su padre, que le permitiría prolongar un mes más su vida.
“Opté por mi papá y lo haría nuevamente…con el tiempo he logrado convencerme de que fue la decisión correcta...de que no sufrió y que disfrutó los días que pasamos juntos gracias a este pequeño sacrificio-llora-.
Su día transcurre agitado “La mayoría de la gente piensa que no hago nada”-risas-, pero en realidad hace mucho: es el sustento económico de su familia, la que soluciona los problemas en el trabajo, la mamá de su sobrino, la porrista personal de su pololo, la compañía de su madre, amiga de sus amigas, en pocas palabras una mujer todo terreno.
“A veces confieso que me siento agobiada…pero después pienso que todos tenemos problemas y como decía mi papá Dios jamás te dará una carga más pesada de la que puedas llevar”. Disfruta de las cosas simples, una tarde de cine, un rico helado, caminar a orillas de la playa, tomar una cerveza con sus amigas. Se relaja y simplemente es feliz, una sonrisa luminosa y sincera se esboza en sus labios, un gesto bastante esquivo en sus rostro, porque según sus propias palabras “Sonreír no te hace ser feliz”.
Confiesa que no abandona sus deseos de ser madre, a pesar de que hace un año un aborto espontáneo le arrebató a Maite-su bebe de cinco meses de gestación-. “Siento que esa herida no cerrará hasta que no logre tener a mi bebe entre mis brazos”. Es un tema delicado del que muy pocos conocen y prefiere de que se mantenga en secreto, después de todo “No hay mayor dolor que perder un hijo…siento que va contra la naturaleza, a veces me siento incluso anormal”.
Ya se aproximan las 16:30 horas y Jessica se apronta para una nueva tarde de trabajo, se maquila de modo sencillo. Solo sombras. Brillo en los labios. Toma sus sueños, deseos, penas y angustias; los guarda en su bolso y se los lleva a la espalda. Tiene sólo 24 y lleva el peso exacto, el peso que “Dios consideró justo para mi espalda”.