La modelo de anchas caderas, rubios cabellos y de hipnotizantes pechos, prepara su bolso para ir al concurso de belleza.
Abre la maleta y va diciendo en la mente, si es que tiene, lo que va introduciendo.
-Umm, primero que nada; lápiz labial, delineador de ojos, rimel, sombras. No me puedo olvidar de mis tacones ni de mi push-up, ni piensen que dejaré mi adelgazante ni mi bebida dietética, osea, que pensarán si me ven como una obesa ¡Que horror!. Se me olvidaba, mi tintura para el cabello del número 4, alisador de pelo, cremas para peinar, peineta, mi equipo de gimnasio.
Creo que ya está todo… no, algo se me olvida, ¡ya sé!, mi chaleco anti criticas, pastillas para el dolor de mi corazón, loción anti lágrimas, pomadas para sanar las quemaduras que deja la tristeza, gotitas para hacer oídos sordos, labial para autoestima, sombra corregidoras de llantos, sostén que mantiene la frente en alto. ¿Llevaré mi inteligencia?, no, para qué si de todos modos la harían callar y de ellas no se fijarían, ¿Y mi conciencia?, no la llevaré a pasar un mal rato con las controversias sobre el si y el no, total, hay quienes pueden decidir por mi y hacer y deshacer con mi vida.
Algo me falta… ¡Claro!, me queda un huequito en el bolso, en lo más profundo, donde van los objetos que para estos concursos de descalificación y poca cordura, no sirven de mucho que es mi corazón y mis sentimientos que de nada sirven en estos momentos, pero no los puedo dejar aquí, pues también soy una persona, una humana de carne y hueso.
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