Te busco, en la sangrante esquina de mi estrofa, cuando la mañana llega indomable entre mis piernas. En el reloj que nunca da la hora, en donde nuestros cuerpos ya no lloran, al marcar nuestro adiós. Te busco, y en las páginas azules, recorro todo nombre
que me recuerde el canto de tu boca. Sordas las letras, saltan individuales los cuadernos, los márgenes, las comas y el reflejo. Y yo, busco algún verbo, que me recuerde tu rostro ajeno. Se que tus manos buscan en mis sueños, palparme las entrañas y el recuerdo, se que me buscas, en las hojas azules de un infierno, y andamos deambulando como ciegos, estos poemas caídos del desierto. Y andamos como moscas en el suelo, tanteando con la lengua cada gesto. Te busco, y se que estas, en la sangrante esquina de mi estrofa…
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