Falta dos días, minutos y segundo para que transite con prisa y sin pausa, las aulas de el lugar donde me siento cobijada por seres con rostro de tristeza y sonrisa de alegría.
Donde los molinos de viento giran en busca de sus lugares, donde la tierra sea fertil en un país que no riega a sus campos y otras las aguas avanzan.
Yo doy un pequeño terrón de tierra para que ellos encuentren sus tierra a donde pongan sus raíces, tratando que sea mejor a los de sus ancestros.
Quizás en busca de una identidad de tierra, por eso no cantan el himno si nadie les dijo eso forma parte de la patria.
Yo deseo que esas manos tengan una lapicera no un porro, donde un abrazo no se transforme en un disparo de un arma, saber que otro sufre igual y peor que ellos.
Nada es imposible en mí vida recorrí suelos agreste pero florecieron los más lindos girasoles.