Como quién juega a la rayuela con los dados del tiempo, las palabras se entrelazan absurdamente en este laberinto de distancia.
¿Quieres saber de quién era la piel que asesinaste?
Aún no lo se, deambulo por las calles, sin que la carne pese, y es extraordinario estar liviano, ahora, que el tiempo pone ojeras en mis ojos y mi sonrisa juega a estar ajada.
No necesito manos, para abrir todas las puertas que se cierran en mi cara.
Acorde a esta realidad que me condena, no me detengo ante miradas sucias y palabras obscenas, juego, escondiendo estrofas en el hueco de tus dedos sin huellas, o salpico canciones, que escuchábamos, en aquella frecuencia tan nuestra.
¿Quieres saber de quién eran los huesos que olvidaste en mi vereda?
Aún no lo se, pero sospecho a veces, que el tiempo es el amigo mas confiable, ese que se te pega a los talones y te silba un tango sentenciado, y hay respuestas que ya no puede darme, porque los huesos se transformaron en polvo y alguien los barrió para que no ensuciara su jardín. Soy el aire, la brisa que te roza en primavera, el frío que te enrojece las mejillas en este invierno inquieto, soy la nada, pero aun así, continúo situada en este círculo de olvidos y recuerdos, debe ser, que el muerto siempre vuelve al asesino, debe ser, que el odio que causo tal desenlace, se parece demasiado al amor desmedido. ¿Y tú quieres saber dónde esta mi cansancio?
Y yo juego a la rayuela, con los dados del tiempo…
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