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La capadura (castración)

Román aún recuerda esa ceremonia campesina.
Fue por allá en el 1983 cuando el empleado que tenía en el campo le dijo... Oiga Don Román ¡'ya sería bueno que capara los potrones!
No había pensado en eso.
¿Y cómo lo hacemos? ---Román preguntó---
¡Hay que avisarle a Pascualito!
Tiene muy buena mano para estos menesteres.
Cada año capa alrededor de 100 animales y no se le muere ninguno--- agregó Camilo---
¡Ya pues!... Avísale y organiza todo—Don Román ---sentenció---
Una semana cualquiera por ahÍ por el mes de octubre Camilo informa a Don Román cómo sería el asunto de la capadura.
Mire Don Román.... tenemos que juntar todos los animales que va a capar y dejarlos un día antes en este corral, hay que avisar a los vecinos para que también traigan sus animales.
Pascualito va a venir el día Sábado temprano.
Hay que tenerle unas garrafas de vino y ¡nada más!
Llegó ese día sábado... los animales habían sido reunidos el día anterior en el corral dedicado a este proceso.
Se juntaron varios animales de los vecinos para aprovechar la venida de Pascualito.
De repente alguien gritó---- AHÍ VIENE PASCUALITO
Don Román miró y vio que venia un grupo de hombres a caballo, todos con sus vestimentas típicas, con sus sombreros, mantas tricolores,, botas corraleras, espuelas, en sus cabalgaduras bien aperados...
Después de las presentaciones de rigor y la bienvenida al grupo de Pascualito, éste preguntó ---¿cuál es el primero?... ése colorado que está ahí ---- respondió Camilo---
Dos ayudantes de Pascualito lo lacearon y le pusieron una soga doble al cuello y luego amarraron dos cordeles uno por cada lado y los pasaron por detrás de las patas y luego los volvieron a pasar por la soga que estaba en el cuello del animal, colocándose cada uno de los ayudantes a cada lado del potro.
Empezaron a tirar de las sogas hacia atrás de tal manera que el caballo se recogió y cayó hacia un costado quedando absolutamente inmovilizado.
Un tercer ayudante se acercó prestamente y le sujetó la cabeza contra el suelo.
Pascualito sacó una cortapluma o pequeño cuchillo y se metió prácticamente entre las patas del animal y comenzó su tarea.
Tomó los testículos del potro y cortó la piel que los recubre haciendo una pequeña incisión. Luego le sacó uno y estirándolo con la mano izquierda, empezó a pasar la cuchilla por los ligamentos que lo sostenían desde afuera hacia dentro, adelgazándolo cada vez más, hasta que al cabo de unos segundos el testículo se despegó del cuerpo del animal.
Todo esto sin anestesia ni líquido alguno que pudiera desinfectar o esterilizar.
En seguida repitió la misma operación con el segundo testículo, arrojándolo a unos perros que estaban en las cercanías, quienes se dieron un festín.
Luego las manos ensangrentadas las pasó por el anca del animal a modo de ritual, hasta que sus manos quedaron muy limpias de sangre.
Soltaron las cuerdas que inmovilizaban al animal, el cual se incorporó al cabo de unos instantes y con dificultad caminó lentamente lejos de allí.
Don Román que nunca había presenciado algo así, algo impactado se acercó a Pascualito y le preguntó
---Observé que usted se secó las manos con sangre en el anca del animal, porqué hizo eso?
---Pa que quede bueno poh!---exclamó Pascualito.
Era un hombre de mediana estatura y contextura delgada, representaba un poco mas de 60 años.
Sirvieron los vasos con vino y prosiguió esta faena hasta que terminaron con todos los animales
Después de los agradecimientos de rigor y de varias garrafas de vino consumidas durante este proceso, Pascualito y su séquito se retiró del lugar.
Don Román no se podía sacar de la cabeza todo lo que había visto y escuchado, sobre todo la respuesta de Pascualito --- Pa que quede bueno poh!---
Al otro día el caballo amaneció caminando mucho mejor y al siguiente día ya estaba muy bien.
Pa que quede bueno poh!---- encerraba el secreto de Pascualito que lo había hecho ser exitoso en faenas de capadura.
Don Román descubrió que los mosquitos se le iban al anca del animal donde estaba la sangre, evitando que se le fueran a la herida y que se le infectara.
!Qué sabiduría la del campesino Pascualito¡, quien seguramente obtuvo ese conocimiento de otros que lo precedieron y que al limpiarse la sangre en el anca del animal aseguraba que el resultado seria exitoso, pero que seguramente ni él sabía porqué.
!Sólo sabia que debía hacerlo así!.
¿Que pensarán de ésto los veterinarios?

Tursol Donoso

Texto agregado el 15-07-2010, y leído por 202 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
25-07-2010 Varias veces presencié en mi niñez, la castración, sobre todo de los chanchos. El castrador al cortar el último hilo de cada test´´iculo lo hacía con los dientes. Después se comían asados como "criadillas" y eran muy ricos. Doy fé. ***** zumm
22-07-2010 Es una excelente narración, uyyyy... pero pobre animal, pero todo sea pa' que quede bueno poh--- Saludos. SOFIAMA
16-07-2010 He recordado,cuando de pequeñin,los capadores visitaban los pueblos para este menester. Buena descripción.***** julosan
16-07-2010 ¿Se puede saber porqué le hacen eso al pobre animal??? Me dolió leerlo. Igual síii, muy sabio, ok. MujerDiosa
15-07-2010 el hombre de campo tiene una sabiduria que no se encuentra en los libros.Son duchos de oidas .Me gustó a pesar que al caballito seguramente no.***** shosha
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