Un Heraldo no deseado.


Dejadme la puerta abierta,
que vengo con provisiones,
promoviendo las Virtudes,
y encendiendo las Pasiones.
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Soy Heraldo mal mirado,
porque vengo pregonando,
cosas que el Hombre ha olvidado,
y por eso anda penando.
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Tengo pocas amistades,
porque soy condenador,
así canto las Verdades,
y condeno el Desamor,
sin importarme si vales,
o ya no tienes valor.
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Aquel que canta grandezas
de sus logros terrenales,
es seguro que en el Cielo,
sufrirá tembladerales,
por sembrar en las familias,
tantas miserias y males.
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No me gusta la alegría,
de fortunas mal habidas,
mi causa de algarabía,
es cumplir con mi tarea,
hora tras hora, día tras día,
aunque Ud. no me lo crea.
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No hay satisfacción mayor,
para el hombre de trabajo,
que comer el pan ganado,
con esfuerzo y con tesón.
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Tiemblen aquellos que juegan,
con la Sangre y el Sudor,
es poderoso Señor,
Quien los mira y los observa,
y será el inquisidor,
que dictará la condena.
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No hay hombre por más que tenga,
que se salve del castigo,
de aquel que no tiene amigos,
más que entre los que penan.
Es su grito el que resuena,
en defensa de sus hijos.
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Pobre de aquel insolente,
que en su carrera social,
despoja al hermano vital,
su familia y su simiente
pues no habrá de disfrutar,
o no tendrá descendientes.
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Esta Verdad compañero,
la he visto por todos lados,
pero todos se han cegado,
ante el poder del Dinero.
¡Cuidado!, no es lo primero,
primero es El Olvidado.
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Esperemos con confianza,
que el momento va llegando,
son los jinetes del Cielo,
que se vienen acercando,
anunciando al Justiciero,
y el camino preparando.
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Esto ya estaba anunciado,
pero nadie lo creyó,
que sonría el explotado,
y tiemble el que lo explotó,
porque queda poco tiempo,
para enmendar el error.
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