DE MADERA DE OLIVO
(Dedicado a Silvimar.Bisabuela entrañable)
Venid amiguitos, venid enseguida.
He visto, un Niño Especial, tan Especial,
que está desnudito dentro de un pesebre, en éste Portal.
Hace un poco de frío,
por eso, ¡Cerrad la puerta!.
Puede coger frío,
y se puede constipar.
¡Traedle un poco de ropa, enseguida.
Está desnudito,
En un Pesebre, de olivo, viejo y rugoso.
Se calienta con el calor que desprenden,
el aliento de una vaca negra,
y una mula torda,
unos pañales,
y un corpiño blanco, bordado con cariño y esmero, por Mamá.
Frío, frío que digamos, no pasa.
Está dormidito, habla bajo,
no me lo despierte, que está muy tranquilo.
Sus carnes son tiernas, tan tiernas,
que cualquier paja del establo,
le puede hacer daño.
Le puede picar…
¿De qué habláis? Estoy tranquilo.
José, como Carpintero dice…
El pesebre es de olivo, viejo y recio, y…
Pienso…
¡Cuántas olivas habrá dado! ¡Cuántas cosechas!
¡Cuántos kilos de olivas, en la Almazara se han molido!
¡Cuántas aceites en las casas, friendo y guisando!
¡Cuánta Luz en los hogares, en las calles,
llevada con cuidado en la lámpara, el candil, en los faroles!
¡Cuántos niños, cuántas cigüeñas,
palomas, tórtolas,
jilgueros,
han dormido en tus ramas!
¡Cuánto verdor has añadido,
al verdor de la campiña,
junto al trigo, la avena y la cebada!
¡Cuántos desmoches, cuantas talas te han hecho!
¡Cuánta madera en sillas, en camillas,
en pesebres, en camas!
De madera, de olivo, recia y dura,
vestida de blanco, salpicada de nudos,
tirando más bien, a marrón amarillo que blanco.
¡Callaros, que el Niño está dormido!
Se me olvidaba, ¿Qué decíais de la ropa?
Que era poca.
Fui corriendo al río.
Había ropa tendida,
había ropa de niño, de adulto,
de joven y de viejo.
Le expliqué el caso, y, sin más,
me dijo…
Lleva la que quieras, la que precises, la mejor.
Las bajé de las cuerdas, las tomé en mis manos.
En un cesto de mimbre las puse,
y sin perder más tiempo,
corriendo, corriendo,
las dejé en la puerta, a la entrada del Portal.
El Niño estaba despierto,
viendo la ropa en el cesto.
Me dijo gracias.
¡Entra, entra! ¡Pasa sin miedo!
Lo que has hecho, sin decírselo a nadie,
sin que nadie te vea,
merece de mi parte,
un besazo especial.
La mula y el buey, viendo la ropa, pensaron,
contentos y alegres,
podemos descansar un poco de darle calor.
Todo esto pasó,
porque a la Madre, y a José,
no les había dado tiempo,
de sacar más ropa, más comida y de más…
¡Fue tan rápido todo…!
Que buscando sitio donde parir,
y no encontrarlo fácilmente,
las prisas del Parto mandaron,
y al no encontrar sitio adecuado en las posadas,
se refugiaron donde pudieron y encontraron,
en un Establo, en un Portal.
Allí, encontramos y vemos,
Un Niño tranquilo,
Un niño esperado, con un poquito de frío,
y sonriéndose.
Nos anuncia, la gloria de Dios en el cielo,
y la paz en la tierra,
a los hombres de buena voluntad.
Salamanca, Domingo 4 de Octubre. San Francisco.
Julián López Santolino
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