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Cuarta Parte

Bluma saltó de la cama y corrió para llegar al pequeño lugar donde Hanny había quedado. La detective tenía los ojos abiertos y la señorita Bluma Schultz no entendió ese grito escuchado que la investigadora había sostenido. Ella tenía sus ojos verde-agua que sobraban las palabras, pero aún así, la joven preguntó:
-¿Qué ocurre Señorita Levintton?
-Nada…- respondió ella con voz tenue.
-Lo vio… ¿verdad?
Hanny no contestó e ingresando al toilette, se duchó para cambiarse. Su ropa húmeda- por la transpiración que le había dejado dicho sueño.
Una vez al haberse duchado, se puso algo cómoda, para salir. Ambas bajaron y se sentaron para comer dentro del hotel. Tenían hambre.
Hanny tomó su tan esperado trago Filsen que ella quería, acompañado con Wurstchen
(sándwich de salchicha), mientras que Bluma degustó un sabroso Nudeln (un plato de Fideos). Ellas desviaron la conversación en lo lindo que era el paisaje del lugar y cuan cálida era la gente. Pero observando cada detalle a su alrededor, la detective no dejaba de mirar todo lo que se le presentaba. Margot, su macetero, no había traído ninguna noticia, mientras que para Hanny, sostenía en su pensamiento que alguna bacteria o inhalación en su cerebro, provocaba esa imagen, desviando LA VOLUNTAD de los jóvenes de la Universidad. Pero, ¿cuál?. Todo por ahí era sereno.
Mientras salía a caminar le dijo a la muchacha que se quedara dentro del hotel. De repente, en las cercanías de la Universidad, visualizó una humareda que salía de una aparente fábrica. Su formato era de cortinas metálicas americanas, de un color gris-plomo azulino casi petróleo. Parecía como abandonada, no tenía cartel de nada.
-¿Qué era?- pronunció la detective
Ese lugar estaba fuera de la ley. Lentamente la hipopótama abrió su bolso y extrajo su rush de lirio de mora color guinda, que hacía que su boca se viese especial y única. Pero ese rush, al humedecer la piel de sus labios, la protegería si debía beber algo. En cuanto para ese olor a humo, pesado, denso, que provenía de allí, utilizó su polvera de color entre durazno y naranja. Era a base de ampollas entremezcladas con el polvo compacto, el cual introdujo en sus fosas nasales. En el sitio se percibía en el aire un olor fuerte. Tocó su bolso y extrajo de él su linterna. Caminó en cercanías para rastrear alguna huella. La nieve que caía era más espesa y no quería derribar la puerta. Fue por la lateral de la calle, donde había un lugar baldío. Tomó su pañuelo, estaba preparada para entrar y tomando envión saltó como toda un animal. ¡Qué momento!

Continuará

Texto agregado el 11-07-2010, y leído por 68 visitantes. (0 votos)


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