Ella iba tejiendo sus historias mediocres, él, iba contando las mañanas, mientras minuto a minuto su existencia se dormía en la nada. Contaba las horas que lo alejaban cada vez más de esa pasión antigua, en dónde los segundos vividos, eran más valiosos que las eternas horas restantes que, en toda dirección lo aplastaban.
Todo era monotonía.
Por otra parte, inexorablemente, sabía que se acercaba a una parcela de tierra con su nombre escrito.
Acariciaba estos pensamientos en paz, sostenía, que quizá entonces, podría descansar de ella y de él, pero como descansar de la pureza que se dio sin medidas, sin pedir nada, casi nada.
Ella, aprendía día a día a olvidar su equivocación, veía el amanecer como una oportunidad para seguir siendo quien era en realidad, con sus convicciones y sus valores, que habían tomado un rumbo equivocado en el pasado.
Casi grotescamente, su rostro en el espejo parecía no envejecer, ella se burlaba de la gente, asegurándoles que era un ángel y que por eso no envejecía, y con una sonrisa limpia, cómplice de su niña, que la acompañaba sin piedad, se alejaba.
Sin embargo, ciertos olores pasaban por debajo de su puerta, era entonces cuando sabía, que él a lo lejos, la esperaba, la abrazaba tiernamente como en aquellas tardes absurdas.
Un minuto de silencio era suficiente, y después bailar, bailar al ritmo de la música de Wagner y junto a su amigo Nietzsche.

-“Que solos se quedan los muertos”-

Hay una extraña sinfonía que perdura más allá de las paredes.
Entonces, ella derramaba una lágrima, por él y su tristeza, por esas grietas invisibles que le agujereaban el corazón y hacían de su cuerpo un depósito de heridas.


-Hay en los reinos ocultos algo de magia-

Hay amores, que se quedan grabados en los huesos, más allá de la muerte.
El sol se iba escondiendo y el domingo, daba lugar a una noche quieta, en donde el hombre, con la soledad colgando de sus hombros miraba su presente.
Un viento salvaje crecía en sus pupilas, en el placido hogar que supo levantar con sus propias manos, pero las puertas y ventanas estaban bien cerradas, no había peligro, la tormenta se alejaría, como siempre, solo había que esperar, que pasara el invierno…

( 11/07/10) Se aceptan sugerencias, no esta corregido.-