REALIDAD Y RACISMO
Pequeño ensayo
Para mí que antes de que naciera, algun tipo de seres; unos macabros relojeros ahora disfrazados de semejantes, hicieron todo lo que tenian que hacer para que pudiese creer que todo esto existe y que este mundo no es de cartón piedra.
Entre unos cuantos se inventaron la historia de la humanidad en una tarde, rápido y mal; se disfrazaron con no se qué ropajes antigüos, y se sacaron fotos para libros y museos. Otros fueron enterrando huesos; otros construían pirámides, otros pintaban en cuadros y en paredes de cuevas para que parecieran remotísimas en el tiempo.
Otros se dedicaron a inventar; inventar de todo, inventar el fuego, las fronteras, la rueda, las armas, los frigoríficos, las ideologías, la política, el central park, las banderas, la comida precocinada, la tradicional, la rápida, la dietética, la sin gluten, la genéticamente modificada e incluso los sucedáneos, cada una adaptada a un novísimo grupo social dirigido por las leyes que habian acordado y que cambian ocasionalmente para que nadie sospeche de las crecientes necesidades acuciantes de cada individuo .
Y así nació mi realidad, conmigo, y conmigo morirá, toda la historia de la humanidad y todo el futuro concebible, para mí, por supuesto. Tu tendrás tu propia realidad creada a medida para tí en la que creeras que todo existe, que nadie ha metido la mano descaradamente por debajo de la falda de tu existencia y de tu percepción del mundo.
Sin embargo, no actúan igual para todas las personas. Juegan con las variables, configuran cada mente según el antojo de su irrisorio criterio, así es más divertido para ellos. Le pegan una patada a la ruleta de la suerte y se decide donde naces.
Les da igual que seas una pequeña, redondita y amarilla. Que cosas balones para niños vivos durante doce horas diarias a tres céntimos la hora. Que estés casada con un hombre que tiene cuarenta años más que tú, y que te pegue, y te haga daño, mucho daño, y tus padres te vendan por dos vacas, un cerdo, y un telar de seda.
Y a tí te dijeron que no te gustan los extrangeros; y tu sí sí sí, tienes razón, es justo lo que necesitaba oír. Sin preguntarte que pasaría si el único mecer recibido en la vida fue el del mar contra las paredes de la patera. Alimentan tu ego y todo tu eres un arma.
Y a todo esto, ¿quiénes son ellos...?
Somos todos los que vemos y no hacemos nada. Porque nosotros haremos la historia que estudiarán nuestros hijos. Ya no hay revoluciones por amor, hambre, necesidad, sólo quedan revueltas aisladas por ignorancia, por aburrimiento, por moda, por costumbre.
Maldita sea, somos nosotros envejeciendo bajo la luz de los televisores.
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