Hermana ciudad


Nunca fue mi fuerte la geografía. En mis años de estudio secundario logré una variopinta colección de aplazos por desconocer el nombre y la ubicación de un sinnúmero de ríos, océanos, capitales, continentes y hasta del satélite natural de este planeta que habitamos y cuyo nombre en este momento tampoco recuerdo señora profesora.

Pero hubo un aplazo que no olvidaré jamás, fue uno de esos que vienen acompañados de agrios gestos de desaprobación por parte de la docente. Ella, con su mejor cara de indignación, me mandó de vuelta al banco y me plantó un rojo “uno” que de tan grande no entraba en la libreta de calificaciones, era un “reprobado” que trascendía el alcance de la asignatura y que más bien cuantificaba mi cultura general.
Que no supiera dónde quedaba Ciudad de Tampa era esperable de una bestia como yo, pero era imperdonable que ignorara que era nuestra ciudad herma. El bochorno de aquella situación no quedaría por siempre así, con el correr de las décadas, mi torpe desconocimiento cambiaría: ahora tampoco recuerdo el nombre de la profesora. La ignorancia, como la entropía del universo, va siempre en aumento.

Evocando nuevamente aquel papelón, me dispuse averiguar algo al respecto. La primera curiosidad fue enterarme de que Córdoba tiene casi veinte ciudades hermanas dispersas por el mundo. Ellas a su vez son hermanas de varias otras ciudades, un fenómeno que las vuelve por carácter transitivo, hermanas entre sí. Yo me pregunto, entonces, por qué el presidente de la O.N.U. simplemente no decreta que todas las ciudades del planeta son hermanas y asunto resuelto; esta declaración le dejaría más tiempo libre a los señores de cancillería que tan atareados están siempre tomando copetines en sus reuniones de camaradería y ceremonial.

Ya que insisten en declararlas hermanas de una manera arbitraria, no sé que esperan para hacerlo con, por ejemplo, Washington y Bagdad, Telaviv y Gaza, o más localmente Tucumán y Santiago del Estero, Colonia Caroya y Oncativo. Estos tipos de la diplomacia internacional tienen en sus manos la posibilidad de lograr la paz del mundo y aún no se han dado cuenta.
La cuestión es que Ciudad de Tampa no estaba por acá cerca, yo me la hacía pegadita a la Ciudad de Córdoba, como Villa Allende, que no se sabe dónde termina una y comienza la otra, dos ciudades siamesas unidas por el vientre.
Pues bien, nuestra hermana urbe queda, nada menos, que en los Estados Unidos, más precisamente en La Florida, a orillas del Océano Atlántico. Así como existen las “primas lejanas” supuse, habrá también “hermanas lejanas” .A lo mejor se trata de una hermana que se fue a estudiar al exterior y, como dicen las viejas “ya se quedó e hizo su vida allá”.

Como sea, no está nada mal tener trescientos mil hermanos en el gran país del norte, yo creo que la próxima crisis económica me voy a hacer una balsa como los haitianos, cubanos y dominicanos para llegar a los Estados Unidos. Me voy a largar corriente abajo por el río Carcarañá hasta el Paraná y de ahí voy a subir por el Atlántico hasta llegar a Ciudad de Tampa. Y estoy seguro que me darán una bienvenida con bombos y platillos, no creo que la guardia costera ni migraciones echen a las patadas a su querido hermano sudaca. Si me ponen cara fiera les voy a mostrar la cédula de la policía de la provincia para acreditar mi ciudadanía cordobesa y enseguida les voy a recordar: ¡somos hermanos de ciudad! O les voy a recitar al Martín Fierro: ¡Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera, que si se pelean entre ellos, los devoran los de afuera!

Seguro que con los mismos tipos que me querían deportar, terminamos como chanchos amigos. Y capaz que me consiguen un laburito de lavacopas en una de esas ventas de sanwiches de albóndigas que tienen ellos; es lo menos que podrían hacer por este querido pariente.
Pero luego caí en la cuenta de que allí tendría que expresarme por señas, porque en esta fraternal ciudad la gente no habla mi idioma. Enseguida me entró la duda ¿serán realmente mis hermanos? Porque, como dice la canción de Fandermole “el lenguaje es mi patria, mi continente”.

Pero entonces, si esta metrópoli no está acá nomás a tiro de piedra y sus habitantes no hablan español ¿por qué entonces los diplomáticos del mundo nos han decretado un parentesco tan cercano como el de hermanos?
La única explicación que me vino a la mente sobre tamaño dilema, es que esta decisión esté basada en un parecido asombroso entre ambas ciudades. Debe tratarse de una Córdoba anglosajona y bastante trucha. Seguramente sea fruto de la envidia que desde siempre hemos despertado en el resto del mundo.

Aunque, a decir verdad, imitarnos a nosotros no es fácil, habrán enviado a la CIA con sus satélites y agentes camuflados para espiar cada rincón de esta paradisíaca urbe. Pero somos inigualables, aún estarán los pobres intentando desentrañar nuestros misterios más intrínsicos y nuestras fórmulas más secretas como la del chimichurri, del fernet con coca, el mate con yuyo, las reglas de tránsito de La Costanera o la formación con la que Racing de Nueva Italia piensa derrotar a sus rivales el próximo domingo.

Por mucho que quieran parecérsenos, no lo lograrán jamás, apostaría que ni siquiera la tonada nos pueden imitar, les debe salir tan mal como a los porteños cuando quieren hacerse los cordobeses. Ocurre que por más que se esfuercen, el espíritu de esta ciudad es inigualable.

Todo esto, lejos de saciar mi interés, me despertó una curiosidad aún mayor ¿tendrán ellos un verdadero laguito con botecitos como el del Parque Sarmiento? ¿o sólo ese lujoso puerto de porquería todo lleno de yates que se ve en las fotos? ¿les pondrán papa y pasa de uvas a las empanadas? ¿cómo serán los carritos de los cartoneros de esta Córdoba Yankee? ¿y los naranjitas? Me imagino que algunos aspectos estarán simulados, por ejemplo los Rastrojeros de allá deben ser fingidos, si uno les abre el capot seguro que tienen un motor último modelo porque no pudieron conseguir el original. Debe haber una cuadrilla municipal dedicada a reproducir el estado de nuestras calles, para ello estos trabajadores estarán dotados de taladros y cartuchos de dinamita. La basura seguramente es de utilería y la dispersan prolijamente un grupo de escenógrafos contratados a tal fin. Igualmente los cortes de luz de luz deben ajustarse con rigor a un cronograma de apagones repentinos reservados para los días de más calor. Estos falsos cordobeses nos imitan hasta en los carteles de las vidrieras, en vez de “Oferta” todas dicen “Sale Off”.

Y si se nos parecen tanto, seguro que le debe gustar los cuartetos, y hasta han de tener su propia versión clonada de “La Mona Jiménez” un cuartetero que mientras canta saluda a los barrios de Córdoba con señas: hace como si mirara por un telescopio para saludar a Barrio Observatorio, junta las dos manos para referirse a Barrio Las Juntas y simula empinar un vaso para saludar a los vecinos de Barrio Cervecero.

Pero algo que no pude descubrir es su gentilicio ¿Cómo se les llama a los habitantes de Ciudad de Tampa? ¿Los Tampones? De ser así, no me quiero ni imaginar la seña que La Mona Jiménez hará para saludarlos.