TERCERA PARTE
La joven angustiada, sin aliento, desgarrada, con temor le costaba hablar. Hanny palpó su chaqueta y sacando sus documentos, vio su nombre: Bluma Schultz. Tomó sus manos para que ella se sentara y contara el motivo de por qué se encontraba así.
Con voz baja y los ojos desorbitados, perdidos, pronunció:
- ¡Es el cochero!
- ¿Quién?- dijo la hipopótama.
De pronto alguien golpeó la puerta, la mucama. Traía toallas limpias conjuntamente con el equipaje. La interrupción de la mucama sobresaltó a Bluma. Mientras dejaba las maletas junto a la puerta, la muchacha continuó diciendo que si deseaban tomar algo en la cafetería podían bajar. Hanny dejó el lugar junto a Bluma, despreocupándose de sus maletas. Junto con la joven caminaron pocas cuadras y entraron a un lugar que atrajo a la hipopótama por su aroma a café molido. El salón era antiguo. Ellas tomaron un café cada una y Hanny le preguntó nuevamente:
-¿Te encuentras más calmada? ¿Puedes relatarme lo sucedido?
La muchacha asintiendo con la cabeza comentó:
- Si, tanto yo como en la universidad, gran parte de mis compañeros están compadeciendo síntomas extraños. Debido a esto el sistema nervioso de ellos se altera de tal manera que se desconocen las causas.
La joven brotó en un llanto, mientras que la detective sacaba de su bolso su libreta en la cual empezó a anotar todas las respuestas que recibía.
-¿Pero quién es el cochero?
¿Vive en la zona?
¿Cómo se presenta?
¿Qué vinculación tiene para modificar sus actos?
¿Las familias están enteradas de esto para que le teman tanto?
Bluma prosiguió el cuestionario de preguntas, respondiendo:
-¡SI!, ¡SI!, ¡SI!, ¡SI!
Al principio no creían, pero ellos tienen también los mismos síntomas-agregó- cada uno tiene temblores, movimientos involuntarios y una expresión facial estática.
La joven no quiso estar sola, por ende se dirigieron al hotel, donde la muchacha se hospedaría conjuntamente con Hanny.
Mientras la detective pensaba en el relato, se recostó, sediéndole a Bluma su habitación para que pasara la noche. Hacía mucho frío y nevaba en la calle.
Hanny sacó del bolsillo izquierdo del spencer, su llavero, el cual llevaba dentro de la arandela un comunicador para contactarse con su macetero Margot, para que le averiguara que enfermedad tenía esos síntomas como característica. La detective se durmió con ese pensamiento y en lo profundo de su sueño lo vio a él…al cochero. Estaba delante de ella, sonriéndole. Era viejo, extremadamente delgado, tenía los hombros encorvados hacia delante y era alto. Se encontraba arriba de un carruaje, la hipopótama, tratando de detenerlo le gritó:
-¡Alto! ¡Deténgase!
El hombre se desvaneció como ceniza gris, diluyéndose por una brisa de viento que venía lateralmente provocada por la intensa lluvia de la nevada.
TO BE CONTINUED...
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