Pocos ruidos traspasan estos muros, aquí llegan pocas sensaciones, ruidos, y allá a lo lejos, alguna noche, cuando ya se calmó el último llanto, llegan disminuídos ruidos a lo lejos.
Caramba¡ El ruido hiriente de una carcajada, allá lejos.
El ruido bolichero de allá afuera, o quizás una bocina alegre, trasnochadora, solo tiñe mas la noche de lamento.
A esta celda fría, sufrida, doliente, pocos son los ruidos que la corrompen, pero aún así, vestido con toda la ternura humana, llegó tu abrazo.
Un abrazo cálido, lejano, que venció barreras que no traspasan ruidos, ni olores, ni luz, del cual los brazos no forman parte, solo puede ser sentido y valorado por mí como el abrazo del alma.
|