Hoy quiero escribirte esta última carta,
talvez no tengas tiempo de leerla otra vez,
al cabo, ya no importará las veces con que yo insistía; pero, dime una cosa más:
¿Es que ya brilló el sol del amor en tu corazón de invierno?
Estoy añorando otra vez la primavera,
aquellos ojos celestiales que consagraban mi inspiración,
esos besos platónicos que, a la vez siendo fantasías,
solo los recibía en mis prematuros sueños;
Mariana, mi querida amiga:
Deseando el desborde de tu felicidad, brindo con tu cuerpo ausente,
celebro solamente con esta mesa vieja y una canción anticuada
la alegría del amor, de ese amor que surgió de ustedes; sí, ustedes,
aquellos que jugaron a ser amantes y terminaron siendo locos,
sin imaginar la sensación inefable del amar como lo hice yo en mi tiempo.
Más quiero que sepas, que si tu corazón alguna vez fue tan frío como la escarcha,
entre esa mediación de lo que te conocí, siempre tuve esperanza de que un día
ya no sería asi; que lástima que no fue por mi, que lástima que...ahhhhhhhhhhhh Mariana!
Sé feliz amando. Que el amor te dure una infinidad. Porque claro está para mi que,
aquel que ama, no es amado, aquel que tiene una gracia es desapercibido,
aquel que escribe con sangre del corazón las letras de un amor algunas veces es poeta y,
otras veces tonto con discreción;
Siempre te quise. Pero ya es mi dolor, un dolor que no mata pero que si hace eterno
mi suspirar, te quise amiga mia y te querré hasta el final, no regresaré más, pero te llevaré conmigo, te llevaré junto a este inédito libro amoroso, que sé , que nunca volverás a leer, aunque todas sus páginas tengan poemas con tu nombre y mi amor sencillo que para ti, no existió jamás. |