Contaban que cada persona articulaba su camino, o bien que cada persona tendía a seguir un camino, sin embargo es probable que uno se encuentre en las calles que conoce y que nunca aprehendió su arquitectura, ni siquiera la observó, y es así como uno a veces camina como un Huérfano entre la Esperanza y la Libertad con la apesadumbrada mirada fúnebre de una Catedral y por si fuera poco se encuentra sin Compañía, entre esas callejuelas tropecé con un son cubano y un rincón de amigos que me mostró lo que conocía, pero que lo hacía sórdido en mis visiones, más con mis errores y mis fracasos quería enlutar, conocí la ternura de lo candido, conocí la pasión de lo instantáneo, descubrí que podía bailar con mi paroxismo errado, comprendí que la amargura se bebe de manera más dulce con la música de amigos, conocí que el caminar de don Antonio no necesariamente implica el dar zancadas, que debes caminar y ver hacia donde se va, y que es lo que se es en este contexto, tomar un par de palabras y escribirlas muy bien en el trayecto que te trazas, y es ahí cuando...

Comprendí que mi sentir es como la arquitectura de nuestro puerto, sólo cuando vives en el comprendes su lógica, que en realidad no se termina de descubrir ni a si misma.

¡A caminar como don Antonio se ha dicho!