EL AMOR NO ALCANZA
El estaba sentado dándole la espalda, las manos cubriendo la cara, doblado sobre si mismo, ante el ventanal que los protegía del temporal que arreciaba afuera. Sus ojos desorbitados, de pupilas felinas, dilatadas y perdidas, miraban sin ver a ese mar salvaje, incapaz de percibir nada, embotado como estaba en la tormenta aún mayor que no parecía acabar nunca en su interior. Podía ver los restos de los naufragios de todo lo suyo, y solo pensaba en matarla. Susurraba incoherencias balanceándose, golpeándose quedamente la frente contra el cristal, aunque a veces se golpeaba más y más fuerte, como un engendro autista.
- ¡Mi mar es tan profundo!, nunca, nunca podrás verme en esta fría oscuridad... ¿debo dejarte entrar o debes hacerme salir?... haga lo que hagas, ayúdame a acabar con la horrible fosa de mis miedos… por favor… Camila.
Ella lo miraba de lejos, impotente, sabiendo que era impenetrable y que ya se había apoderado de él otra vez esa oscuridad eterna que cargaba dentro, sabiendo que hiciera lo que hiciera el continuaría así, oscilando como un péndulo, en lo absoluto perfecto, cada vez más fuerte, entre momentos de eufórica alegría y momentos de depresiones, tan peligrosas, de consecuencias tan impredecibles... podía golpearse la cabeza de pronto contra el cristal y romperlo, o tomar un cuchillo y hacerse un profundo corte sobre el pecho o su brazo izquierdo. Pero lo amaba. Ese amor era el que derramaba las lágrimas sobre su cara morena insensible por el dolor y al dolor. Sabía que los ojos de Marco habrían mudado su color limpio de caramelo por un pardo oscuro y profundo, desprovisto de brillo y piedad.
- Camila... Camila... ya no puedo acallar estas voces, y me torturan...
Y le cambió la voz, como si otro, más antiguo, hablara por medio de él, con él.
-... no eres más que una triste ardilla... eternamente disconforme con tu justo encierro… muerdes -un golpe en la cabeza-, te trepas -otro más fuerte-, comes -la ventana se remece- y excavas... -se aquieta nuevamente-... y nunca te convences de tu única verdad y destino: agua -de nuevo un golpecito-... semillas -un in crescendo contra el vidrio-... ruedas -el vidrio parece torcerse bajo su fuerza-... y ¡ESTA MALDITA CARCEL DE CRISTAL!...
El ventanal estalló en pedazos. Imposible para Camila ahogar el grito. Pudo ser lo suficientemente sensata como para ahogar eso si el impulso de ir corriendo a examinar su cabeza. No podía distinguir si sangraba con profusión, o si era la lluvia y el viento que entraban por la ventana. Pero él había quedado en silencio, respirando apenas, calmo, la cabeza entre las rodillas ahora y los brazos colgando con todo su peso a los lados. Paralizada solo podía rezar porque esta crisis pasara pronto, porque esta vez Marco aceptara la ayuda, no dejase la psicoterapia otra vez, y encontrara un motivo propio. Ella soñó tanto con una vida normal junto a ese hombre formidable, tan simpático y alegre para el resto en las reuniones sociales, tan lleno de ocurrencias graciosas. Ese hombre inteligente, lleno de opiniones, ideas, panoramas. Esa criatura inquieta, buscando siempre que hacer, tan lleno de arte, de poesía y música. Aquel que había logrado rodearse de tantos seres especiales. A veces se le antojaba una ampolleta rodeada de hermosísimas mariposas nocturnas que eran aun más hermosas en su cercanía. Pero sabía que esa realidad estaba distorsionada por su amor. Era humano después de todo. Pero no podía entender como alguien tan bello podía ser al mismo tiempo alguien tan cruel, tan violento en la intimidad. No siempre por supuesto, ¡había tantos recuerdos llenos de risa! Pero parecía otra persona.
De pronto Camila cayó en cuenta que aun cuando una ampolleta encendida atraía las mariposas nocturnas, no era más que un objeto inanimado, sin vida... ¡envidiables mariposas, que siempre eran ellas!
Marco recomenzó su monologo herético, mientras se incorporaba.
- ¡El tiempo ya no corre en línea recta, siempre positivo!... los colores se mezclan... si, se mezclan... ya no en figuras conocidas del todo... las notas, los acordes forman compleja armonía... el sabor y el olor se funden y complementan... ¡TODO LO DESTRUYEN!... ¡TODO LO CREAN!... todos giran, vuelan y se estrellan... solo una cosa me mantiene aparte -y de nuevo era su voz- firme, despierto, creyendo, esperando: tu imagen, tu recuerdo y el poder amarte.
Estaba totalmente de pie, en toda su estatura, que siempre la hizo ver pequeña, niña junto a él. Tenía los brazos indicando cosas en el cielo. Recordaba otros tiempos, con esos brazos y esa talla rodeándola, haciéndola sentir protegida. Recordaba cuando ella le decía 'me enamoré de ti porque necesitaba alguien que me protegiera, y solo tu me das esa tierra que es mi hogar'. Pensaba llena de esperanza que había por fin despertado de toda esa ansiedad.
El salió al balcón, mientras se empapaba. Hablaba más fuerte para ganarle al viento y a la lluvia.
- En un espeso bosque entré un buen día... ¿a qué? a buscar la verdad... mi verdad.... realmente fue comúnmente… extraño... JAJAJA... como me perdí en senderos circulares... ¡senderos circulares!... por años y años, pensando, concluyendo: mientras más adentro, más desvaríos... y ¿sabes?... en el corazón mismo de la cuasi selva me esperaba mi olvidado antepasado, ¿lo recuerdas?... ¡esa sombra en el marco de mi puerta!... ¡mi abuelo!... me dijo "toda palabra es metáfora de imagen, toda palabra es imagen de vida"... entonces lo supe: yo soy metáfora de mi propia vida.
Ella trataba de digerir los acertijos, ya sin lagrimas que derramar, y una rabia triste le iba llenando los espacios que minutos antes ocupara la lástima. Era más fuerte la lastima que empezaba a sentir por si misma, por su vida acabada, enterrada con ese ser tan digno de ser amado y tan merecedor del odio, de lástima. Mejor nunca se hubiese cruzado en su camino, mejor si nunca hubieran existido esas noches de diálogos mirando el cielo raso de su departamento, nunca hubiesen compartido tanta música.... nunca, nunca, mil veces nunca, un millón de veces nunca... NUNCANUNCANUNCANUNCANUNCA!
Se tomó la cabeza entre las manos, los dientes apretados, tirándose el pelo con fuerza a ver si el dolor físico la hacía reaccionar y pensar en algo que lo trajera de vuelta. Pero nada. Ni dolor le quedaba ya. Y empezó a llorar en silencio otra vez.
Marco se aferró al balcón y empezó a maldecir contra dios, contra los hombres, contra todo. Gritaba.
- ¡Tristes los peces navegan en el mar!... ¡tristes los poetas quieren explicar!... ¡sordos los músicos no saben que tocar!... ¡sordo el público ya no los quiere escuchar!... y una triste y sorda roca... a veces imponente como montaña... a veces humilde como grano de arena... se afana en jugar a que no pertenece... a este mundo sordo y triste... incluso a que no existe.
Ella no pudo creerlo. De un solo salto cayó por el balcón. No tuvo que mirar. En sus párpados cerrados pudo ver claramente el final. Él estrellándose contra el roquerío 30 metros bajo la casa. Él reventándose contra las piedras, dejando de ser humano, reconociblemente humano. La bestia muerta, y el mar con su ritmo barriéndolo todo, sin dejar huellas.
Se acabó el llanto. Caminó lentamente al balcón. Se aferró a la baranda y con toda su fuerza lanzó su anatema a las nubes.
- ME DEJASTE SOLA MALDITO CONCHESUMADRE!!!... me dejaste sola....
Y pudo ver como una vez que la ampolleta se apaga, quemado su filamento, nunca, nunca más vienen las mariposas nocturnas a jugar. |