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La Carta del Moño Negro.

Esa noche estaba tan desesperado y deprimido que decidí tomar un remedio drástico, me suicidaría en el acto, pero antes de morir quería sufrir, para de esta manera desear más que nunca la muerte, así, encontraría en este último peldaño un alivio al dolor de mi alma. A continuación, lo que estoy a punto de relatar es aún para mi difícil de asimilar dada su escalofriante circunstancia.
En la mañana desperté arropado, casi aplastado bajo las incontables y pesadas cobijas que me resguardaron del frío durante toda la madrugada, era uno de esos días en los que aún al amanecer se puede apreciar la luna en pleno cielo dorado. Me pareció que sería una jornada más de soledad y encierro dentro de mi vieja casa de campo, sin embargo, lo que pasaría algunas horas más tarde me mantendría completamente fuera de mi habitual claustro.
Un mensajero llegó a la puerta de mi casa y dejó bajo el marco un sobre con el dibujo de un moño negro a manera de sello, supuse, por mi desgracia, que se trataría de una carta de noticia funesta, no la leí de inmediato pues a veces necesito tiempo para asimilar las cosas. Recogí la carta del suelo y la llevé conmigo hasta la cocina, la mujer encargada de la limpieza estaba de vacaciones y mi casa parecía un tiradero, caminé con dificultad, tropezando con todo a mi paso, llegué finalmente a la mesa luego de haber cogido un plato de cereal y leche caduca de hacía dos días.
Tomé el periódico que había dejado inconcluso el día anterior y revisé cuidadosamente la ortografía y el estilo de cada reportero, a veces me causaba gracia encontrarme con los problemas de sintaxis de éstos y la deformidad de las notas que al final de cuentas, todo el mundo entendía por alguna inexplicable razón.
Cuando terminé con mi desayuno quise tomar un trago de Whisky para empezar a redactar un oficio, no pude lograr llevar a cabo ni una ni la otra tarea, al no encontrar la mentada bebida en mi pequeño bar decidí bajar al pueblo a reabastecerme, la verdad, necesitaba también algunos víveres, leche, por ejemplo, pero no era lo que yo sentía necesario en ese momento, así que me dediqué únicamente a conducir veinte minutos hasta el pueblo con la única motivación de comprar alcohol.
A medio camino de mi destino, encontré en la carretera a una mujer pidiendo aventón, me pareció sumamente atractiva, llevaba un pantalón sin bolsillos muy ajustado y la silueta de su cuerpo era semejante a la de las esculturas griegas de la diosa Afrodita, su piel era tan blanca como la luna y sus cabellos rubios y rizados como los espirales que se forman a veces del aserrín. Me detuve sin meditarlo, le pregunté hacia donde iba y ella me contestó que solo había salido a caminar sin un rumbo fijo, me causó gracia su respuesta pues en la dirección en la que ella caminaba no encontraría rastro de civilización alguna exceptuando mi casa de campo. Esto fue lo que le expliqué y me pidió que la llevara conmigo hasta el pueblo, me pareció aún más hermosa cuando se subió a la camioneta y me miró con esos ojos azules tan penetrantes.
Le pregunté de dónde era pero evitó contestar mi cuestionamiento diciendo que ya no tenía un hogar fijo, que se dedicaba a vagar sin destino, siempre de un lado a otro y que los límites de su imaginación eran la única traba que le marcaban las imposibilidades, se rió y me preguntó sobre mi, le dije que me dedicaba a escribir poesía y de vez en cuando daba clases como maestro sustituto de la universidad, algo en ella me parecía tan familiar y excitante.
Llegamos al pueblo, me detuve en frente del supermercado para abastecer de alimento a mi vicio y al preguntarle a la chica si quería acompañarme ella no dijo nada, parecía distante, muy callada y pensativa. No quise preguntar de nuevo y entré al establecimiento, compré varias botellas de Whisky y de paso unas frituras y refrescos de cola, pensé que tal vez ella tendría hambre y por eso opté también por llevar un paquete de carne para azar. En esta ocasión no me entretuve charlando con el viejo Jonathan Wells, solo tomé mis cosas y contesté cordialmente el saludo del anciano.
Ella seguía callada y pensativa dentro de la camioneta, cuando me vio regresar salió de su trance y sonrió, luego me preguntó si tendría una fiesta o algo parecido y apenado tuve que refutar su deducción. Le pedí cordialmente que me acompañara a comer esa tarde si no tenía nada que hacer y ella se mostró agradecida con mi invitación. Encendí la camioneta y su excesiva confianza me parecía tan extraña, era casi como si ya nos conociéramos de alguna vida pasada. Ella se acercó fijando esos intensos ojos en mi boca, casi sentí que me besaría, pero se detuvo estando a escasos centímetros y una vez más se dedicó a observar el camino frente a nosotros. La montaña comenzó a nublarse, el pueblo a nuestras espaldas desapareció bajo el suspiro blanquecino de la tierra y la visibilidad comenzó a reducirse a causa de la neblina. Por pura precaución reduje la velocidad y cuando la bruma se convirtió en espesa niebla decidí que sería mejor orillarme y esperar un rato hasta que la visibilidad regresara, encendí la radio para romper con el silencio que comenzaba a tornarse incomodo.
De pronto y sin decir una sola palabra ella comenzó a llorar tiernamente como una niña, sus ojos azules parecían dos manantiales nacidos desde lo más profundo del alma, lloraba con tanto sentimiento y tristeza que no fue difícil sentir empatía por ella, le pregunté qué le pasaba, me dijo que una persona muy querida por ella le había roto el corazón, que esta persona se había marchado lejos sin decir nada y que en doce años no había tenido el detalle de volverle a buscar, por el aspecto de la chica supuse que eso habría sido cuando ella solo tenía algunos quince años. Intenté en vano reconfortarla, pero todos mis intentos de persuasión resultaban inútiles y casi creo que empeoraban las cosas, la verdad nunca he sido muy bueno para consolar a las personas.
Se acomodó en mi hombro y mientras con mis manos acariciaba sus rizos ella me abrazó y continuó llorando, casi estuve a punto de acompañarle en el llanto pues verdaderamente eran conmovedores sus dolientes gemidos, decidí quedarme callado pues ya me sentía demasiado incomodo como para seguir arruinándolo. Ella buscó con su rostro el mío, me dio un humedecido beso en los labios, me tomó tan de sorpresa que no tuve tiempo de hacer otra cosa sino besarla también. La joven se apartó ligeramente de mí y me pidió que le perdonara, no había nada que perdonar pues yo mismo deseaba lo mismo que ella no se atrevía a decir.
Entre la blanquecina cortina que seguía cubriendo la montaña arranqué la camioneta y avancé cauteloso entre la niebla hasta llegar a mi casa, la joven de cuyo nombre desearía olvidarme ya parecía calmada y con una serena charla nos introducimos a mi casa. Que odiosa familiaridad me parecía ver en su rostro, en algún lugar le había visto, pero por terrible oráculo no le conocí en un principio.
Tomó asiento en la mesa de mi comedor y mientras yo preparaba un café para ofrecerle algo de beber, ella tomó la carta que aún no abría desde la mañana, al preguntarme si no la abriría le respondí que no estaba preparado para sufrir por un augurio lejano a mi, toda mi familia vivía en el estado vecino y la simple idea de muerte de alguno de mis seres queridos era una imagen que simplemente destrozaba mi moral. A estas alturas solo podía temer por el fallecimiento de mis tíos, todos eran ancianos con hijos saludables, con la reciente muerte de mis padres mis ánimos no podrían estar peor.
Ella se incorporó y me pidió un poco de mi licor recién adquirido, le ofrecí en un baso bien servido y ella bebió lentamente hasta dejar en el fondo únicamente el reflejo de sus labios. Pidió un trago tras otro, bebimos tanto esa tarde que me sorprende haber sobrevivido sin pasar por una congestión alcohólica, ella sin embargo, parecía tan sobria como al principio, me fascinó su increíble tolerancia a la bebida y supuse, por lo que había oído antes en la camioneta, que ya estaba inmunizada a la ponzoñosa saliva del diablo, imaginé que cada noche desde la partida de su amado, a hurtadillas la joven bebía cantidades inhumanas de alcohol hasta desfallecer.
Ella estaba sentada en mi sofá y yo frente a ella ridiculizando la figura de actores famosos con mis pésimas actuaciones pueriles, la rubia reía placidamente y aplaudía mi bufonería infantil, tropecé y caí justo a sus pies, intenté incorporarme y antes de darme cuenta, ambos estábamos fundiendo nuestras bocas en un caluroso y prolongado beso.
El bochorno del Whisky me provocaba la excitación que jamás antes en toda mi vida había sentido. El ímpetu de nuestro beso alcanzó los niveles máximos del éxtasi y allí, en esa infame cama consumamos nuestra fornicación. La noche finalmente había puesto su manto oscuro sobre la faz de los bosques y mientras mi cuerpo vibraba sobre el de la chica, en su pálido rostro pude ver una dulzura paralizante que logró devorar la lujuria del acto.
Luego de algunas horas, deshidratado y hambriento, desperté del sueño infame que atormentaba mi descanso, caminé en penumbras hasta el comedor y bebí un poco de agua turbia mientras sujetaba entre mis manos el funesto sobre aún sin abrir, envalentonado por la experiencia de las horas pasadas me decidí a leer su contenido, pero qué cruel broma o macabro juego es éste que el destino infame me ha sorteado. Cuando abrí el sobre de papel la más terrible sorpresa de toda mi existencia desgarró mis entrañas, el recado era directo y claro “Primo Samuel, mi hermana Catrina falleció…” dentro del sobre encontré también una fotografía de la mujer con quien había compartido mi cama, la sangre de mi cuerpo se congeló, y con la esperanza que mi incredulidad otorgaba me encaminé arrastrando los pies por el oscuro corredor, subí las escaleras y en mi habitación, bajo las blancas sabanas de mi cama, encontré un cadáver putrefacto de rubios cabellos rizados en el lugar en que había dejado recostada a mi hermosa y olvidada prima.

Texto agregado el 06-07-2010, y leído por 157 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
08-07-2010 Me resultó fascinante.Muy bien narrado. Mis******** almalen2005
07-07-2010 El desenlace me gusto mucho se puede apreciar mucho los sentimientos, de angustia, trsiteza, y ancias de los personajes esta parte me impacto lo suficiente para leerlo nuevamente. "Cuando abrí el sobre de papel la más terrible sorpresa de toda mi existencia desgarró mis entrañas, el recado era directo y claro “Primo Samuel, mi hermana Catrina falleció…” ". muy buena esa parte es muy desgarradora, el final si le falto un poco mas de intriga y fuerza, pero no esta nada mal!!! me agarada saber que a ti te guste mucho lo gotico !!! =) espero estar en contacto. cuidate mucho y te sigo las pisadas en la arena un viernes por la cnohe mientras que la luna se oculta entre nubes negras que no delantan mi sombra en tu incierto caminar. XD HAKOVICH
06-07-2010 jajaja, tiene razón Poirot. Me gusta el género gótico y la historia está muy buena, habría que darle algunos retoques.Tendría algo para escribir en el libro de visitas, pero lamentablemente lo encontré cerrado. 5* y seguí con lo gótico. el-tabano
06-07-2010 No es tan malo el sexo con una muerta que parece viva. Es peor encontllevarse a la cama a una viva y que resulte una muerta. Poirot
 
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