A veces me pregunto, y me vuelvo a cuestionar la idea de que pasaba en mí, en ese instante.
Que corría por mi cabeza, que fue lo me hizo estallar.
Siguen las preguntas, siguen los años sin sentido, sigue mi dolor creando olores fétidos, tal lo gigante e incurable de mi herida.
La falta de libertad hace escasear el tiempo cada vez más, ahoga, asfixia, deprime.
Las cadenas se volvieron costumbre, ya pienso en resistirme a ellas y al instante, pienso en que no podría soportar estar sin ellas, tal la desesperanza construída tras las rejas.
Pienso en mi vida, o al menos me cuestiono seguir viviendo, ya le dije adiós a la ilusión de una vida plena, solo quedan de ella vestigios.
Ya las cadenas dejaron marcas, pero no enrojecimiento, callos, duros callos que ya no se irán.
Yo quisiera gritar, saltar, llorar, y no puedo.
Alguien ojalá lea mi emoción, este grito de perdón, esta angustia de vivir sin ilusiones.
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