“Todo el mundo irradia una nota concreta. Yo creo que soy un fa sostenido” Donovan
El sonido está formado por ondas que se mueven a través del aire o de algún objeto. Cuando la materia vibra, el sonido muere en su interior. Si el objeto vibra de por sí, esta se hará más fuerte por el aire que lo rodea provocando así una resonancia. Una copa de cristal es el ejemplo más socorrido con respecto a la resonancia por su vibración regular y su sonido largo y agudo que resonará mejor con otro sonido en igual frecuencia.
Copas y notas no sólo son una muestra física de la resonancia, sino que evocan mucho más: la resonancia y la armonía suprema que sólo es posible gracias a nuestro propio cuerpo como espejo resonante del mundo exterior, y como encarnador del alma de la música.
Hay una combinación que me gusta mucho: noche, música y alguna bebida espirituosa. Aprovechando que se acerca el fin de semana – que en todo caso, puede comenzar hoy mismo- he aquí mis recomendaciones para afinar la sensibilidad y regalarnos unos instantes llenos de intensidad. Como en loscuentos.net hay de todo como en botica, pongo cuatro opciones al gusto del consumidor. Se recomienda no excederse, pero la recomendación puede omitirse.
Depresión del nuevo siglo:
Trago: Affinity
Se echa hielo en un vaso mezclador, y agregamos dos tantos de whisky escocés, un tanto de Vermut seco y otro de Vermut rojo. Se añaden unas gotitas de Angostura. se mezcla con una cucharilla y después se cuela y se sirve. La mezcla con barbitúricos, con tristeza y con soledad, puede ser fatal.
Música:
Radiohead, OK Computer.
Saudade americana:
Trago: Caipirinha
En un vaso corto, cubra el fondo con azúcar (de preferencia morena, por obvias razones). Deposite encima el limón (Verde. Del mismo tono de una selva después de la lluvia) en trozos.
Llene de hielo. Sirva la cachaza (o en su defecto algún licor de caña de esos que aprietan la garganta)
Música:
Gal Costa MTV acústico.
Fiesta Sempiterna:
Trago: Bull vodka
En un vaso irrompible y que tolere el movimiento, se mezcla una parte de vodka bien frío por tres de Red Bull. Se agita bailando hasta el éxtasis.
Música:
Psychedelic Goa test.
Cosmopolita:
Trago: Martini
(No hay mejor receta que la del maestro Buñuel, misma que extraje de su autobiografía: “Mi último suspiro”)
Mi bebida preferida es el dry-martini. Dado el papel primordial que ha desempeñado el dry-martini en esta vida que estoy contando, debo consagrarle una o dos páginas. Al igual que todos los cócteles, probablemente, el dry-martini es un invento norteamericano. Básicamente, se compone de ginebra y de unas gotas de vermut, preferentemente "Noilly-Prat".
Los buenos catadores que toman el dry-martini muy seco, incluso han llegado a decir que basta con dejar que un rayo de sol pase a través de una botella de "Noilly-Prat" antes de dar en la copa de ginebra. Hubo una época en la que en Norteamérica se decía que un buen dry-martini debe parecerse a la concepción de la Virgen. Efectivamente, ya se sabe que, según santo Tomás de Aquino, el poder generador del Espíritu Santo pasó a través del himen de la Virgen "como un rayo de sol atraviesa un cristal sin romperlo". Pues el "Noilly-Prat", lo mismo. Pero a mí me parece una exageración. Otra recomendación: el hielo debe ser muy duro, para que no suelte agua. No hay nada peor que un martini mojado.
Permítaseme dar mi fórmula personal, fruto de larga experiencia, con la que siempre obtengo un éxito bastante halagüeño.
Pongo en la nevera todo lo necesario, copas, ginebra y coctelera, la víspera del día en que espero invitados. Tengo un termómetro que me permite comprobar que el hielo está a unos veinte grados bajo cero.
Al día siguiente, cuando llegan los amigos, saco todo lo que necesito.
Primeramente, sobre el hielo bien duro echo unas gotas de "Noilly-Prat" y media cucharadita de café, de angostura, lo agito bien y tiro el líquido, conservando únicamente el hielo que ha quedado, levemente perfumado por los dos ingredientes. Sobre ese hielo vierto la ginebra pura, agito y sirvo.
Eso es todo, y resulta insuperable.
Música:
Jazzuela, Julio Cortázar y el jazz. Recopilación de Pilar Peyrats.
Podríamos seguir hasta el infinito buscando atmósferas que nos hagan resonar. Las sugerencias anteriores, quizá sólo sean pretextos para evocar momentos que nos hicieron vibrar o mejor todavía, para propiciarlos.
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