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		16.  
 
A la hora de recordarte, acomodo las mejores cosas 
sobre tu nombre, para poder pensarte. 
Alguna vez no fuiste muy hermosa, pero te 
agregué tu propia belleza, 
ya la había aprendido de ti, 
¿qué importaba que un día no fueras hermosa? 
Yo te amaba tibiamente, 
como esas cosas que se hacen fácilmente 
como ser de una manera o estar en silencio 
o rezar. 
Desde ti emergía un túnel para 
que los húmedos murciélagos no 
interrumpieran palomas. 
Todo lo tenías de alguna manera, 
como una ventana 
y yo aprendí sobre tu cántaro 
a callar 
como contando lluvias 
sobre el agua antigua que me remedaba 
Podríamos habernos dado la mano 
cotidiana 
Y guardarnos toda la inmensa mañana 
de las plazas 
Todo se volvía fácil contigo 
como descifrar la música ignota sobre un 
piano laberinto, y la adivinábamos. 
Podríamos habernos mirado ritualmente 
y como constantes extraños cada vez menos extraños 
Podríamos habernos amado al margen de las 
cosas que envejecen 
Habernos abonado al silencio 
como a un lento país donde no hay lejanía 
para las palabras en voz baja. 
Podríamos haber callado con el mismo silencio 
Pero buscamos la forma de recordarnos 
tristemente. 
Por eso a la hora de recordarte, 
busco las cosas de mi tristeza 
y te construyo fácilmente como eras. 
 
 
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT 
 
  
 
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Texto agregado el 05-07-2010, y leído por 137 
visitantes.
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					05-07-2010  | 
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					Muy buena poesía, descriptiva y claro con romanticismo puro. Gracias por compartirlo. EpsilonSpirit | 
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