beso que asombra a la alfombra 
estera tirada en el suelo 
suela que suele salir 
antes que entre de nuevo 
miro ventana vecina 
italia que cerca me queda 
piccolino resuena en su hocico 
felino fenece tras felación 
me arrimo controlo tres mundos 
dos tías turgentes se prueban 
vestidos, camisas, culotes 
el tanga ridículo sonríe 
mis gafas se empañan 
sujetador no necesitan 
la alta más clara la bajita morena 
y todo curvas cosí fan tutte 
del cuarto al recibidor 
para verse de cuerpo entero 
en un amplio espejo  
que me guiña un ojo 
en forma de reflejo 
la alta mira su culo 
sus pechos tras la camisa verde 
no le convence 
vuelve al cuarto 
comprueba que la cortina esta cerrada 
no comprueba que yo tengo un ángulo increible de visión, también abajo. peco de trempamiento, palabra y sumisión. 
se quita de golpe la camisa, 
mi corazón galopa, es la cavalleria rusticana, 
me arriesgo a ser visto y abro la ventana y sus visagras hasta el límite, la visión es inolvidable, 
la visión es maravillosa, lamento no haber limpiado desde hace decadas los cristales y la veo algo borrosa y con lunares de roña, pero la visión es para saltar al vacío por el deslunado en un intento vano de alcanzar su vano (me refiero al hueco de la ventana, no metafóricamente a su hueco, su de ella, que también supongo que lo debe tener, tanto no alcancé a ver, uno es miope saben, no, no de nacimiento, de forzar la vista, o quizá tenían razón los curas en aquello de que tocarse crea ceguera, entiendo lo de las gafas de culo de vaso, pero ¿por donde iba? a sí(este a sí de sorpresa es falso, pues esto es un agregado y el cuento ya esta acabado, osea que no puedo perder el hilo argumental. simplemente dejaré de escribir en brebe, vreve, breve, joder me costó y enlazaré con "y sus pechos duros, separados lo justo...")) y sus pechos duros, separados lo justo, grandes, majestuosos, alegres, tiernos, sencillos, cónicos, rosados, virtuosos, temblorosos, sabrosos, gelatinosos, vertiginosos, admirables desde todos los ángulos, mientras españa marca un gol y suenan tracas y gritos, y yo entiendo que todo el mundo anda equivocado en sus prioridades, y yo soy feliz, y otra camiseta esta vez de algodón color gris vela mi fantástica visión, y me prometo volver siempre a la cita con mi ventana.  
moraleja ¿quién necesita viagras teniendo visagras? por lo menos a mí me funcionan. 
por cierto me falta... sal, voy a ver si la vecina tiene a no ser que sea hipertensa, como su camiseta.  
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