Sé piadosa, piadosa como una santa, como una virgen,
Como si de piedad fueras forjada, de piedad concebida;
Sé la sangre de las manos perforadas por clavos,
Sé el verbo hecho carne, la carne martirizada,
La carne flagelada, la carne abandonada y el alma resucitada,
La asunción, sé piadosa, piadosa, piadosa.
Sé dadivosa y olvida el egoísmo hasta borrarlo todo,
Hasta que no sea más que la ceniza de la ceniza.
Dadivosa y desprendida de ti, olvidada de ti,
Abandónate completamente y entrégate fuera de ti.
Y cuando seas piadosa, apiádate de mí.
Y cuando seas dadivosa, dame de ti.
Que tu piedad sea albergue de mi desesperanza de ti,
Que cobije mi ansia de ti, de tu cuerpo, ¡ay, de tu cuerpo!
Que dadivosa me des de ti, carne de ti,
Que me entregues hasta la última célula de tu cuerpo, ¡ay, de tu cuerpo!
Y cuando seas piadosa, apiádate de mí.
Y cuando seas dadivosa, dame de ti.
¡Ay, de tu cuerpo! ¡Tu cuerpo!
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