Insuflo con mi aliento el soplo y alimento la sutil parsimonia del fuego. Indócil y recurrente la llama resplandece como hálito de enredaderas. Se adivina noche luminosa y se sospecha: qué sería de mí sin prometeo.
Texto agregado el 04-07-2010, y leído por 182 visitantes. (4 votos)