Cuándo las rosas se
sequen, ¿quién las sesgará?

Aquel sol que pestañea con
las membranas en alto,
aquella sombra de los días
que diferencia con sus cuentos
las manías de los aburridos,

aquel que se encoje, el
que se pierde, aquel que
se sublima con las pestañas
quemadas en el
fogón de la iglesia.

Ese hombre que te desampara cuando
quieres salir a bailar, el que
te besa, que te toca,
quizás que cosas más no
me has contado que ese tipejo
te hará.

Aquel sol que te renueva, aquel
que te besa cada diente con
su lengua de perro en
apuros, aquel que toma
tus caderas como las
costillas de cristo, con la
ensoñación febril del poeta
en una sopa de letras.

¿Qué te dijo? ¿Te prometió acaso
amor eterno, sonrisas en la nieve,
te prometió algo?

Aquel hombre en la neblina,
aquel iracundo sol que
asfixia tus lágrimas,

aquel sol que se apaga entre tus dedos,
no podrás cubrir con tu palma
el placer de tus recuerdos.