“Dejarte Ir”
- No te vayas, por favor- rogué mientras el salía por la puerta
- tengo que irme- me respondió en un suspiro mientras una lagrima recorría sus mejillas
Mis manos desesperadas trataron de alcanzarlo, pero la puerta se cerró detrás el rápidamente sin dejar que lograra sentirlo una última vez.
Abrí la puerta con el simple deseo masoquista de verlo alejándose de mí, pero él no estaba ahí.
Regrese adentro, podía sentir el viento en mi piel cubierta solo con las sabanas blancas de la cama, las pegaba a mi pecho desnudo tratando de calentar mi cuerpo, pero no lo lograba, regrese a la cama recordando la noche anterior, recordando como habíamos hecho el amor bajo la tenue luz de las velas mientras le profesaba yo mi amor eterno y él un adiós inesperado.
- ¿por qué?-me preguntaba a mi misma sin obtener respuesta alguna- ¿por qué se fue otra vez?
La noche anterior Nico había llegado a mi puerta una vez más, en sus manos una rosa medio rota y desojada
Camino hacia adentro de la sala aun sin mirarme a los ojos, apenado, confundido, tratando de darle sentido a sus palabras.
- Ara perdóname-me dijo mientras sostenía con su penetrante y profunda mirada mis ojos.
- no otra vez Nico, no puedo- respondí sin creer mis palabras, actuando ante mi dignidad. Una vez más frente al hombre que tanto amaba.
La última vez que se había marchado me había prometido entre gritos que era para no volver jamás.
- ¿porque te cuesta tanto trabajo amarme?-le reclame mientras arrojaba su ropa hacia el suelo
- yo te amo-respondió tomando mis furiosas manos entre las suyas y pegándose a mi cuerpo que templaba entre su pecho-te he amado siempre, y de verdad, cada vez que regreso quiero cambiar, quiero ser el hombre que tu mereces. Pero no puedo.
Jamás entendí bien sus palabras, jamás comprendí sus razones para amarme y dejarme.
Herido, destrozado, ebrio y llorando tratando de compensar todas las lagrimas que yo había derramado por él.
- por favor Ara, te he extrañado tanto-soltó la rosa sobre el sofá y se acerco a mi tratando de abrazarme.
Me aleje dando pasos hacia atrás mas en realidad quería correr a abrazarlo a él también
- yo también te extrañe, mas yo no tenía una dirección donde ir a desahogar mis penas- le reclame desde lejos haciéndolo sentir miserable.
Camino hacia mí y yo ya no tenía hacia dónde ir, golpee mi espalda contra la pared y me acorralo con sus brazos, mirándome a los ojos con sus hermosos y perfectos ojos verdes que me habían enamorado
Una vez hacia ya tantos años.
Acerco sus labios a los míos deteniendo mi barbilla con la yema de su dedo índice.
- aun te amo- suspiro en mi boca- su aliento se sentía caliente e irresistible
No sabía si podría perdonarle ahora, si se iba otra vez, si me dejaba una vez mas no sabía si seria suficientemente fuerte para aguantarlo.
Se acerco un poco más, pegando su pelvis contra la mía
Puse mis brazos al rededor de su cuello y me colgué de él colocando mis piernas rodeando su cintura
Me beso en los labios apasionadamente, jalando de mis cabellos hacia su rostro, nos perdimos en aquel beso descontrolado cayendo en la cama, olvidándonos de todo.
Aun pienso a veces que algún día volverá para quedarse, volverá y seremos tan felices como merecemos ser, porque le amo, no importa cuántas veces se marche de mi vida, o cuantas veces regrese a ella, yo le amo y le amare por siempre.
Desperté tarde ese mismo día, mis ojos se encontraban rojos e hinchados por tanto llorar, las sabanas enrolladas entre mis piernas no me dejaban moverme, aunque yo no quería
- Nico- suspire su nombre dentro de las sabanas, aun sintiendo sus besos sobre mis labios y sus mandos sobre mi piel, recordando su espalda alejándose de mí, otra vez.
A lo lejos oí el sonido de un automóvil estacionándose en la cochera. ¿Quién sería?
Me levante lentamente de la cama mientras buscaba en el suelo la ropa que tan desesperadamente me había quitado la noche anterior.
Corrí al baño, tratando de lavar de mi rostro todo rastro de lágrimas o tristeza que la partida de Nico pudiese haber dejado
Mientras veía mis ojos hinchados en el espejo recordé a mi padre, su espalda más que nada, la conocía mejor que la palma de mi mano
Y es que la había visto tantas veces alejándose de mí, de mi madre, dejándola sola entre lagrimas, con los ojos tan hinchados y el corazón tan roto como el mío.
Un día mi padre nunca volvió, no dijo siquiera adiós, cobardemente escondió su mirada de la mía y se fue.
Tal vez Nico aprenderá algún día, tal vez el dolor de perder el amor le enseñaría a no irse, no abandonar, porque al final, yo estoy de pie, limpiando las heridas, comenzando un nuevo día y el sigue corriendo. Si no vuelve tal vez sea lo mejor, si vuelve talvez yo ya no estaré aquí.
Aun pienso a veces que algún día volverá para quedarse, volverá y seremos tan felices como merecemos ser, porque le amo, no importa cuántas veces se marche de mi vida, o cuantas veces regrese a ella, yo le amo, le ame siempre y por siempre le seguiré amando.
Fin
Stephania Ortiz
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