Enternecida de pasión llego Juana.
Su almanaque difiere del resultado.
Y… ella trastabilla sacada de su santuario
como si fuera una flor sin sustancia de vida,
nada presagiaba el final de aquella Juana,
nadie sabía que luchaba por su permanencia en la calle.
Solo la acompañaba el silencio y la oscuridad,
solo el sin sabor será su amigo y su enemigo voraz.
Lucho sin descanso, vivió sin fuerzas porque el tiempo le marco un camino
que apenas pudo recorrer, pago sin tener conciencia,
sola estaba, sin rumbo, desconocida y al mismo infierno rodó,
hasta que la ardilla que solía pasar por su arboleda
le dejo su sustento, como prueba de su abanico de ilusiones.
Así marcho… al confín de la tierra,
entre madreselvas y olvidos, vivió su destino, murió quemada en el recinto de la hipocresía.
Aún hoy, se siente el fuego crepitar con violencia y desamparo.
Aún, se siente la miseria cabalgar sin descuido, ella murió en brazos de fuegos violentos, ellos crecen cada día, y nos esforzamos por creer que es la verdad.
Cuando sabemos que no existe, es un mero sueño de irrealidad.
La interpretación corre por cuenta del lector.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.
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