Negros nubarrones tiñen el verde del mar. Mis pies helados en éste gélido invierno andan por la arena de la playa, sin rumbo fijo hacia ningún sitio. LA brisa del mar retumba en mis ojos, la gélida luna se esconde tras la previsible tormenta, todo es luz opaca, pues el destino me lleva hacia la penumbra de la utopía, esa misma que pinté en ilusión para borrar con la esperpéntica realidad.

La noche se adueña de mi alma, es el complejo estado del corazón el que retrae mis sentimientos, es la negatividad de quien no sabe vivir, del esclavo de su libertad, de quien está encadenado a sus errores como las rocas chocan en el mar, como esas olas eternas que llevan y traen recuerdos hacia la nada, gritando LIBERTAD allí donde el horizonte se eterniza sabiéndose Mar.

Es la Aurora que llega en forma de estrella la que regala el rayo de luz, quizá previa tormenta, pudiera ser corazón henchido en la glorificada atadura de quien siente amar. Es el trueno de mi propio ser el que atrae el vacío desasosiego de un atardecer mundano que es mi pasado, pues es mi presente, ese regalo del amancer, el que me hace latir, fluir como espuma en oceano bravío, pues mi existencia perdurará hasta los tiempos del más allá.

Es la arena mojada que me retrae en mi peregrinar, es la luz de la esperanza la que no me ciega en este caminar. Quiero sentir el agua que cae, que me rodea mis ansiosos pies, pues es mi cuerpo, mi alma, mi corazón el que anhela el sentir, el notar la palabra LIBERTAD.

Recuerdo las frases de un día sin luz, de un paseo entre edificios de una ciudad sin vida, esas palabras pintadas en serenidad, esas promesas que nunca llegaría a realidad, esa ilusión tardía de quien sabe que no podrá dar. Escribiendo en sangre de quien se entregó, de quien pensó no volver a amar, pues la vida es, fue y será un constante entregar para recibir la felicidad.

Releo en mi memoria aquello que renegué, eso mismo que un día concebí para no partir, veo el cielo, ahora plagado de estrellas, comandado por una Madre Luna en plenitud, haciendo la reverencia al Padre Sol que llega en su ardor, en su furor, para traernos el amanecer de quien desea sentir.

-"Todo está escrito, pero nada sigue un canon. Sólo hay que saber leer las señales, aunque tarde o temprano el destino nos llega, de una forma u otra. Somos esclavos de nuestros actos, pero también dueños de los errores. Somos libres al decidir el camino, sin embrago, la meta ya se decidió mucho antes de nosotros nacer".

Esclavo de mi libertad, engarrotado en grilletes de un ayer, hoy quiero amancer libre, dueño de mi ser, de mis pasos hacia el mañana, saborear el mar que me entrega el horizonte de mi vida, que me dona la esperanza de una mañana que siempre llega, pues la luz sólo está escondida en la tormenta, y cada mañana sale el sol aunque no lo veamos.

Mis piernas me han llevado a un remanso, una cala sin final. Me tumbo para mirar el albor de la mañana, la tormenta de la noche acaba, la humedad de mis lágrimas se empapan con la lluvia caída y con la sal de un mar que me empuja HACIA LA LIBERTAD