En el hueco que dejan dos piedras,
una flor glamorosa nació,
y al ver reflejar sus colores,
orgullosa de sí ella quedó.
Levantó su corola hacia el cielo,
y al mismísimo sol desafió,
pero el astro siguió su destino,
sin negar ni menguar su calor.
Continuó el día entero mostrando,
su belleza, donaire y candor,
mas el día en constante camino,
diluyendo la luz concluyó.
Ya sin rayos, sin tibieza y sola,
uno a uno sus pétalos perdió,
y al compás de las horas siguientes,
de la flor sólo un tallo quedó.
Otro día y otro siguieron,
siempre el sol en el cielo brilló,
de la flor que reinó por un día,
ni siquiera el recuerdo quedó,
y en el hueco sombrío de piedras,
la violeta silvestre creció.
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(Soberbia y humildad ) |