Todo tiene su algo. Pero juro por todos los cielos que a mi señora amada por nada del mundo le meto los cuernos, nunca lo hice ni nunca lo habré de hacer, pero confieso que de tanto en tanto me hago unas escapaditas y suelo ir a lugares donde la noche es bien negra, adonde las mujeres yacen solo con un simple taparrabo como para conformar a nosotros los adanes sedientos de buen sexo, además dispuestos a gastar los pocos ahorros tan siquiera tomando copas de kerosene en agradable compañía, con tal de sentirnos a pleno aunque más no sea unos pocos pares de veces en la perra vida.
Sin vueltas soy un viejo bien verde, casi tanto como el increíble Hulk. Os acosenjo mirar para otro sitio si es que no deseais peder la preciada inocencia.

Si fuese el rey del mundo y tuviese que comer yo solo sería el tipo más infeliz del mundo.
En la vida no todo es pedir perdón hay que saber portarse bien.
El gran tema en el mundial de futbol son los malos arbitrajes. En principio la opinión generalizada es que el referí es un jugador más, al igual que los asistentes, que tal como los jugadores pueden tener un mal día, partido. Dicen los que saben como Carlos Alonso, actualmente dirigente de la FIFA, quien se destacara como jugador de campo en las gallinas de River Plate, catalogado como lo mejor de varia décadas, asegura que pronto se habrán de agregar unos colaboradores del árbitro en cada partido, quienes irán a colocarse detrás de los arcos. Japón y Paraguay van empatados y pareciera que no hay dios que los vaya a inspirar a meter la pelota a menos que sea por intermedio de los penales. Se habla de incorporar la tecnología a los partidos importantes, aunque estos sería discriminatorio con respecto a los demás participantes (pobres de recursos económicos) del deporte sagrado del futbol.
Estimo como más probable que finalmente Paraguay se impondrá sobre los Nipones, porque no es de comparar fumar cinco porros seguidos a meditar todo el santo día.
Lionel Messi es el jugador por excelencia de éste mundial de Sudáfrica, elegido como el mejor por todo el planeta, pero no le hace un gol ni al arco iris, le voy a presentar a mi señora Rebeca, que es de color castaño y tiene la concha grande como una caserola para hacer puchero haber si la mete sin problema de una vez por todas y si no lo logra que por favor lo intente por su gran colita.
Todo esto viene a cuento pues estoy en un centro comercial mirando las piernas de las jóvenes mujeres y se acerca un policía a acusarme de viejo degenerado, más yo le digo que está completamente loco y entonces a cambio de meterme preso me invita a opinar de las virtudes del sexo opuesto.

Ahora, con mi señora, acabamos de descender del micro que nos trajo de nuevo a la hermosa Valladolid. El cielo está más celeste que nunca.
Sin quererlo apoyo primero el pie izquierdo, cosa que es sabido trae mucha mala suerte a los anhelos, más enseguida igualmente, empecinado con llegar cuanto antes sin despertar a nadie camino decidido hacia la casa de unos parientes que nos esperan para almorzar y después ver el gran partido, a paso lento haciendo un cuerno permanente con la mano que llevo libre.
Como venía deciendo días pasados, somos Rebeca y Rafael, marido y mujer desde hace cincuenta años, pero para los demás ella prefiere que la llamen por su apodo que lleva desde niña, Josefa, pues aunque parezca increíble aun día teme que la tomen por judía.
Mientras tanto que caminamos tomados de las manos voy reflexionando que resulta más que evidente que arrastra un trauma que proviene de la segunda guerra mundial y que lo ha de llevar hasta el fin de los tiempos.
Actualmente soy un simple profesor de canto que viste de moño, pero doy mis clases amplificando la voz con un parlante moderno pues la tengo destrozada de tanto gritar para llamar al orden, además lo hago con una vetusta expresión sonora que hace rememorar a un rinoceronte sin amígdalas y con mucha angina.
Pero lo más importante de destacar es que hoy tenemos el partido donde España juega la final con Holanda. Temo que dios, que dicen es Argentino, vaya a hinchar por Holanda pues la princesa Máxima es nacida en aquellos lares.
Pero según me informan por celular, habremos de comer cazuela de pulpo, con ensalada de mejillones de entrada que tanto me place, bien, entonces por mi parte nada que reprocharle al firmamento; de última toda pinta se deshilacha.

Al final salimos campeones y ahora las calles son lo opuesto a un desierto sin gente. Somos Pamplona con los toros sueltos y la gran multitud unida frente a un solo aliento todos juntos con los demás manifestantes desnudos.

Cuando regresamos a nuestra casa en las afueras de Madrid, alegres por el triunfo obtenido, después de mucho festejar, nos venimos a encontrar primero con que la puerta de entrada fue violentada, más al instante descubrimos la verdad de lo sucedido, que en nuestra ausencia un grupo de nazis destruyeron todas nuestras pertenencias, encima pintando las paredes con leyendas alusivas al desprecio que estas bestias desalmadas sienten por Israel. Vivan los Filisteos, los Amonitas y los Moabitas, escribieron con desparpajo además de otras tantas barbaridades y dibujos de cruces esvásticas.
Más después cuando estamos cenando entre los escombros haciendo recordar al propio apocalipsis, vuelven a venir, regresando a incendiar la casa.
Por milagros logramos escapar huyendo de a pie, hasta dar con la terminal de micros empezando a dar vueltas en todos los sentidos en unos y otros buses por toda la ciudad; intentando encontrar pronto un lugar amigo donde escondernos de la inminente persecución que jamás ha de acabar.
Así es que cuando nos detuvimos en las cercanías de una casa de hombres, asumiendo el enorme costo que esto conlleva, tuve que confesarle a mi señora la verdad de que suelo ir con asiduidad y soy muy conocido, que tenemos la oportunidad de hablar con la dueña como para solicitar asilo hasta que finalice el vendaval.
Lo cierto es que ya estando prácticamente nosotros dos disfrazados, ella de mujer de la vida, toda pintarrajeada y con una peluca negra, pese a nuestros largos años, de inmediato puestos a trabajar como para poder ir sobreviviendo, más yo atrás de la barra con sombrero y barba postiza; y no va que vienen los bandoleros, todos ellos jóvenes, más sabiendo de quien se trata eligieron a Rebeca para tener vínculos carnales durante largo tiempo.
El último de los muchacho que tuvo relaciones lo hizo con la mano, con fuerte carga de agresividad.
Luego Rebeca asorada pero valiente, me hubo informado que cuando pequeña de tan solo trece años y hasta los diecinueve inclusive, durante el mayor tiempo que duró la segunda guerra mundial, se vio obligada a ejercer de lleno la prostitución, siendo famosa con el nombre de Josefa. Que recién al año siguiente de terminada la guerra me conoció y nos pusimos de novios, pero que nunca me lo dijo guardo hermético silencio por temor a perderme.