Caminante de la lluvia por el pasar del silencio oscuro de tus sueños ¿Eres tú? pregunto Y nadie responde. La paciencia me perturba igual que la codicia, con el simple susurro mi pensamiento despierta y el perdón no siente que esta oculto en los corazones malditos de la vida, la lluvia ha cesado y el color pálido del suelo mojado hiela mis dedos, mis piernas y mi cuerpo igual que la peste de antaño que inicio con el etéreo sabor del sin sentido, la lluvia limpia mi corazón al igual que moja el cabello, la impaciencia termina por empezar y la necesidad no ha cesado mi inquieto pensamiento vaga libre igual que la huerta en que trabajo rendido día a día, el cantar de las aves retumba en mis oídos y anuncia nuevamente lo cotidiano. Papa, yuca, maíz, azadón y algunas hortalizas, papá mira de reojo impotente en la ventana y yo agacho mis pupilas, solo pienso en el ser de la vida. La retroalimentación termina en mi familia, oportunidad perdida ¿cual? Me pregunto, dudo… ¿autodidacta? Dinero…educación… esquina, la fuerza está en los aposentos del pensamiento y en el querer ser de la conciencia. respirando ese aire natural, ese aire verde, ese aire de vida, aire que oculta esa ruina oportuna, aire que nadie respira y que nadie sueña. ¿Cómo será la cuidad? ¿Ya es hora de soñar?.... ¿que tal si……? Tantos sueños segados, engañados, ahhh…
…Tal vez en algún tiempo loco o en algún rinconcito de mi casa estrato 2 apartada del semáforo y el asfalto. Quien sabe o más bien quien sabrá que hay en esa franja que designa el rumbo a mi graduación pero si a pleno noveno ya me obliga la vida a retirarme, la plata se acaba, de hecho a veces me pregunto como es que aun hay plata. El cielo opaco, ahh ya estoy cansado de vender cigarros, hasta la muerte en esta cuidad se pierde en un mar de caras, en un arsenal de dedos que señalan y esos tipos uniformados dando fama a mis sueños pisoteados ¡si! Suena raro, de pequeño quería ser general pero un general que se cambie la corbata a diario y que sea obedecido desde una oficina opaca bien lejos del baño, que me lustren los zapatos y aquí soy yo quien le escupe la bota al soldado por $500 y le lava la suela por dos centavos. Tal vez quede la oportunidad de regresar a los desterrados, liberar a los anónimos, no tengo mucha idea de política, el diccionario es mal consejero, ni quiero dar bolillo al mal encarado o al de pelo largo. Quiero caminar por la biblioteca imprecada por el polvo que deja un poquito de conocimiento como limosnas de letras que descifran cuantos locos están dispuestos a levantar su cara. Que sueño tan raro, seguiré ahorrando para pagar el recibo del agua y poder bañarme, comprarme unos zapatos para correr al centro y encontrar a ese viejo afamado de la alcaldía y que se suelte algún trabajo pero ese gordo, calvo y feo el desgraciado ya había tomado rumbo a Bogotá o tal vez era una escusa de su esbelta secretaria para hacerse el de la gafas. Devuelta al cajón sin nada, paso errante, paseante nocturno fumando el producto y la ganancia, listo para llorar en el parque de San Andrés a copa, rock y humo estropeando la escena déspota del borracho. Todos de alguna manera quedaron ebrios ante su lagrima kamikaze, el jamás habló pero se supo toda su historia bañada en un llanto etílico, a precipitación fija la botella extasiada por la brisa que al más idiota espectador hechiza contando con el más dramático espectáculo. En un idioma imitador de la lengua y de la garganta lo único que se escucho en ese eco que sufría era que no tenía trabajo, su sangre de colores a filo de borde de la botella que feliz cumplía la misión suicida. Pobre borrachito de 20 años, pero el día no fue tan malo acababa de encontrarme un billetera en el bolsillo de una mujer de pelo corto, pequeños verdugos burlones como cuervos al asecho, la tragedia, la huida y el hurto. En esa billetera solo habían $20.000 y dos monedas de $500, su cedula a mi no me serbia así que para la alcantarilla pero bien escondida su foto que llamaba mi atención ¿Quien será esa dama que se desenvuelve por el viento bañada con el océano? Después de dos semanas ya sudando de la curiosidad me dispuse a ir a su casa y Eureka comenzó el show. Hoy ya 8 meses después le devuelvo a Valeria su billetera y en ella 20.000 oportunidades para volver a verla. Por fin pude ver como la muerte cruzaba la ciudad, voltear la mirada y regresar.
¿Crees que ya es hora de despertar?
(ARMANDO LEGARDA, RENE GETIAL) 15/06/10
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