Me ha dejado el vuelo, y debo esperar dos horas al próximo que me lleve hacia Bogotá. Justo al frente del pequeñísimo aeropuerto, se encuentra un extraño lugar, uno de esos que siempre odie visitar. Me quedo mirando las instalaciones desde el aeropuerto por largo rato detestando que exista un lugar como ese. Trato de continuar con el libro que leo en estos días pero no logro concentrarme.
A lo lejos, bien adentro hay algo que me distrae, unos ojos me observan con detenimiento. Después de un rato como hipnotizada me levanto de la silla, atravieso la estrecha calle y me acerco... pago el tiquete de la entrada sin siquiera mirar a la persona que me lo ha vendido, solo me dejo llevar, no pienso en nada, y sin tener control sobre mis pasos cada vez me acerco mas al dueño de esos ojos y me doy cuenta que son mas inmensos y oscuros de lo que había podido alguna vez imaginar es como mirar al océano en la noche. Me podría quedar mucho tiempo contemplándolos y al diablo con mi vuelo. Esos hermosos y rasgados ojos brillan mucho pero estoy segura que alguna vez debieron brillar más.
Me estaba mirando un poco de lado, pero ya caminando más despacio me ubico en frente de él y él acomoda su mirada de frente a mí, que grande y fuerte pienso a la vez que lo admiro, está sentado y lo rodeo un poco para ver el brillo de su pelo, me gusta como brilla su pelo, aunque sé que alguna vez ha de haber brillado más. Él continúa mirándome y los dos nos sentimos más cómodos mirándonos de frente. Hay más personas a nuestro alrededor pero no sé, por qué sé… que quiere solo mirarme a mí. Yo con mis pequeños ojos tratando de explorar más allá de su iris, sintiendo que hay una química fuerte entre los dos, no me quiero mover de allí y nuevamente pienso al diablo con mi vuelo. En mi letargo viendo su cuerpo de músculos marcados y fuertes aunque ahora casi estáticos, y encontrando en su mirada una de las miradas más tristes que he visto jamás, imagino que antes de venir acá a ser un León solitario encerrado en una sucia, pequeña, estúpida y temeraria jaula, debió ser un brillante Rey en algún lugar de una hermosa y soleada selva.
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