Casi era media noche, el viento helado recorría impetuoso la intransitada avenida, caminaba con la tristeza a cuestas, pensando en el injusto final de la historia, con la cara baja, meditaba como hacerlo entraren tazón para que desistiera de su enérgica decisión, pero por más que le daba vueltas a su cerebro no encontraba una solución…
Hasta que de pronto, ideó contarle una historia, inspirada por el fulgurante dolor que invadía sus sentidos...
Había una vez en un lejano lugar, un pequeño huérfano que vagabundeaba de un lugar a otro de la ciudad, cierto día, caminando por la calle, llegó hasta el aparador de una pastelería, y comenzó a deleitarse la mirada con la gran variedad de de pasteles, a imaginar los sabores… Rápidamente, buscó en sus bolsillos algunas monedas, pero solo encontró una enorme cantidad de agujeros. Sin preocuparse, siguió su camino. Al fin no era algo indispensable para su vida.
Llegó hasta el quicio de una puerta, desde observaba el constante devenir de las personas que pasaban de un lado a otro con obsequios, sabía que hoy era navidad, pero no encontraba la manera de encontrarle significado a esta festividad.
Después de algún rato, aburrido y desesperado, decidió partir asía otro sitio. En ese momento y de la nada, apareció un extraño individuo que lo tomó por el brazo y con gran alegría, comenzó a anunciarle “¡qué hoy era un gran día!” Y que por esta ocasión, él era elegido para tener lo que siempre había deseado… Así. Qué tendría derecho a solicitarle tres deseos, la única condición era que los pensara muy bien.
Así pues, el pequeño, pidió el primero, y solicitó, sentir una caricia, la caricia de su madre, saberse amado… Y fue entonces que la caricia anhelada cubrió su semidesnudo cuerpo, evocó a la que alguna vez pudo y debió haberlo amado y por minutos fue feliz…
El segundo deseo era sentir por única ocasión un beso, un beso especial, el de su padre quizá… ¡Y fue complacido! Por esta vez se sintió más amado, protegido, olvidó por el momento, todos los insultos y heridas a las que fue expuesto. ¡Era muy feliz!, ¿Qué más podría pedir si ya tenía todo?
Aún quedaba un deseo, y el extraño personaje, le sugirió que lo pensara muy bien. El pequeño, pensaba y pensaba, hasta que de pronto una ráfaga de frio viento recorrió su desprotegido cuerpo, Fue entonces, cuando lo decidió… Pidió ser colmado de calor, aquel calor que solo lo brinda la familia, sentirse protegido y comprender…
Así pues, el misterioso personaje, lo tomó entre sus bazos, invitándole a cerrar los ojos, comenzó a elevarlo poco a poco hasta las alturas y de pronto, lo dejó caer brusca y secamente golpeándole la cabeza en la banqueta.
Horas más tarde, las personas que pasaban junto al pequeño cuerpo, miraban con horror como se desangraba. No imaginaban el ¿Por qué? De tan grotesco crimen.
Lo que nunca supieron es que a partir de esa noche, la más feliz para algunos, sobre sus cabezas brillaba intensamente una estrella que con el tiempo alcanzaría su mayor esplendor.
Fin
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