No nos separo la nada, nos separó la verdad.-
La verdad
chorrea por las paredes,
hasta teñir de negro
el corazón.
La suciedad
del vientre me bebe,
hasta hacerme desaparecer.
Prisionera de la noche,
acaricio a Ulises,
en una emoción absurda.
Una larga mesa,
me espera para el sacrificio,
elevo los labios al cielo
y los candelabros de plata
se encienden en la oscuridad,
ya nada puede salvar
esta urgencia de sangre,
soy víctima
de las manos que amé,
paso del rojo al negro,
y el miedo salta
al desierto de mis muslos,
oscilando suspendido
en la lámpara ciega.
-La nieve hamaca mis caderas-
Afuera,
la vida canta,
con colores azules y verdes.
Almas tendidas al sol,
enfermos de plenitud,
escapan
de territorios lluviosos.
Yo soy una con la lluvia,
soy los ruidos finitos
que se pierden en el abanico
tembloroso de sus gritos...
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