Sentada estaba la reina esperando que le llegue su encomienda. Ya hacía tiempo que su hijo le habíaprometido mandarle unos cuernos de alce para alguno de sus cumpleaños. El hecho era que el presente no llegaba y la reina se desesperaba, se paraba, caminaba, se volvía a sentar y así todo el tiempo. Por las dudas vuelve a leer la carta de su hijo por si se había equivocado: “Madre, te envío estos cuernos de alce para tu cumpleaños y espero que sean de tu agrado. Se que tarde cinco años en enviártelos pero creo que nunca es tarde cuando la intención es buena. Si las cosas salen bien recibirás mi regalo el domingo próximo, te quiere mucho, tu hijo Luis.”
No había error, era domingo y el presente no aparecía. Por la puerta a la cual ella le daba la espalda entra su majestad: “¿Estás aquí todavía?, debemos ir a presenciar el bautismo del hijo del rey Jorge..., ya veo, ¿estás esperando los cuernos verdad?”
“Hace cinco años que nuestro hijo me los prometió y ahora que me los envió, no llegan.” El rey mira hacia arriba y suspira: “Laura, tu sabes que tu hijo es un mentiroso, lo más probable sea que esos cuernos no existan. Vamos cámbiate la ropa y vamos.” Ella se sienta, mira hacia abajo y con voz de resignación le contesta: “Tienes razón, siempre me hace lo mismo, no se como su esposa tolera su falta a la verdad.” El rey se acerca para abrazarla y acota: “No te preocupes más, ellos están bien allá y nosostros aquí también. Si quieres intentaré conseguirte esos cuernos yo mismo, olvídate de Luis.”
Se miran a los ojos y él, con una sonrisa, sale de la habitación. Ella con un poco más de calma y más animada se cambia y se encuentra con el rey en la puerta del castillo. Se acercan al carruaje y comienzan su viaje hacia el bautismo. A mitad de camino observan una carreta que había volcado y sus caballos no estaban. El rey dijo: ”Vayamos a ver que pasó, quizás hay alguien herido dentro del carruaje.” A lo que la reina arremete: ”Cariño, es tarde, ya vendrá alguien más, además seguramente las personas de allí dentro ya deben haberse ido.” El rey vacila un momento y dice: “Está bien, espero que así sea.”
Mientras la realeza seguía su camino hacia el bautismo, otro carruaje llega al lugar del accidente.
“Mira Felipe, un carruaje ha volcado, quizás haya algo de valor allí dentro. Vamos a ver.” Éstos dos sujetos del carruaje se acercan al volcado con la intención de robarse algo. Abren la puerta derecha que en ese momento miraba hacia el cielo y entran. Adentro había una persona fallecida a causa del golpe y a su costado...”Felipe, mira, estos cuernos de alce son impresionantes.”
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