Inicio / Cuenteros Locales / levyta / De profesiones insolitas V
El inmortal, en definitiva, no se sentía el mismo de siempre; toleraba con desencanto la quincuagésima segunda pascua, atormentado por un cuadro febril medular que ya antes le había matado. Naufragando en medio de su aguda soledad, culpaba de su desgracia a un miedo primitivo y seductor que se agazapaba entre sus tripas, probablemente engendrado por la ponzoñosa aldea fabril que le infligió toda clase de heridas dolorosas con sus improperios e impertinencias, mientras que él -con envidia soterrada- presenciaba las pompas fúnebres de Martha y sus núbiles hermanas.
Debido a esa profunda vergüenza por seguir vivo, hace años acostumbraba a deambular solitario bajo la sombra de su huerta frutal y los toldos polvorientos de su fresco patio trasero; así consolaba sus tardes solariegas, mascullando su trágica biografía, a los cada vez más escasos peregrinos que aun se interesaban por oír su relato, plagado de perversos detalles acerca del mundo de los muertos. Les narraba con procacidad, la historia de cómo un Nazareno, había retrocedido el reloj biológico de este pobre hombre de Betania, provocando la animadversión de los poderosos fariseos, contra ese profeta resucitador de oficio, quien injusta e inadvertidamente, privó a Lázaro de Betania de su derecho divino a morir.
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Texto agregado el 26-06-2010, y leído por 138
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